El pueblo palestino sufre por más de un año el genocidio y desplazamiento forzado impuestos por las fuerzas de la ocupación, particularmente brutal en la Franja de Gaza. La ocupación israelí continúa su política sistemática de limpieza étnica, cometiendo atrocidades masivas en todo el territorio palestino ocupado. Las últimas imágenes de palestinos en tratamiento médico que fueron quemados vivos en sus tiendas en el patio del Hospital Al Aqsa, es una prueba más de ello.
A pesar de que el Ministerio de Asuntos Exteriores y Expatriados de Palestina intensificara sus esfuerzos para exponer la profundidad de la conspiración, las acciones ilegales, las graves violaciones a los derechos humanos y al Derecho Internacional perpetradas por la potencia ocupante, como parte de su proyecto colonial, expansionista y racista; la comunidad internacional ha fallado en detener el genocidio.
Israel creó una narrativa de autodefensa, enmarcando sus acciones militares y su expansión territorial como necesarias para la seguridad nacional. Este discurso, aunque disputado internacionalmente, le resultó efectivo para justificar sus acciones. Como resultado, a pesar de las claras violaciones del Derecho Internacional, Israel enfrenta poca presión internacional para cumplir con las normas o resoluciones internacionales, lo que afianza aún más su sensación de impunidad y le permite continuar.
Ya pasamos el tiempo de las votaciones y resoluciones de buena voluntad. Nada se consiguió con ella, porque la historia nos demuestra que Israel ignora y desprecia los acuerdos de la comunidad internacional: Son más de 750 resoluciones de la Asamblea General, un centenar de resoluciones del Consejo de Seguridad además de otro ciento de resoluciones del Consejo de Derechos Humanos, que quedaron en papel porque los gobiernos de Israel nunca las consideraron ni implementaron.
¿Pero si Israel no se mantuvo voluntariamente dentro de esas fronteras, qué les hace pensar que lo haría ahora? Si de verdad la comunidad internacional quiere detener este genocidio, deberá tomar medidas concretas que obliguen a las autoridades, al ejército, a los colonos y a toda la nación ocupante a detener sus prácticas genocidas. No se detendrán solos.
Palestina anhela vivir en paz en su tierra. Aceptamos la Solución de los Dos Estados con Jerusalén Este como capital, como la única viable para alcanzar la paz en Palestina y en la región, una basada y reconocida por el Derecho Internacional además de validada por la comunidad internacional. Pero la paz es una amenaza para el gobierno de extrema derecha de Netanyahu, porque con el alto al fuego perderá su cargo, su influencia internacional y deberá enfrentar los cargos de crímenes en las cortes internacionales de justicia.
Desde el pueblo palestino reafirmamos nuestro compromiso de implementar el plan del presidente Mahmoud Abbas anunciado en la reciente 76ª Asamblea General de Naciones Unidas, que considera iniciativas diplomáticas viables bilaterales y multilaterales para que la comunidad internacional cumpla con sus obligaciones legales y morales; empezando por un alto el fuego inmediato que detenga esta guerra genocida y el desplazamiento forzado masivo infligido a nuestro pueblo. Para luego, dedicar sus esfuerzos a cultivar el consenso internacional para implementar el llamado general de la Asamblea General para poner fin a la ocupación en un plazo de 12 meses.
El asedio en Jabalia y la ofensiva en el norte de Gaza, los ataques a zonas seguras, las violentas expropiaciones de tierra y construcciones de asentamientos en Cisjordania; los bombardeos al Líbano y las declaraciones de los ministros del gobierno de la ocupación nos muestran claramente que Israel no se detendrá. La comunidad internacional debe obligarlo a detenerse. El mundo ya no puede permitirse el lujo de ignorar la causa fundamental de la inestabilidad, la verdadera paz sólo llegará cuando se restablezca la justicia para el pueblo palestino, restableciendo sus derechos inalienables a la autodeterminación, soberanía y retorno en un Estado palestino con Jerusalén Este como capital.
Hace unos días, el presidente de Francia le recordó a Netanyahu que "no debe olvidar que su país fue creado por una decisión de la ONU", en referencia a la votación de la Asamblea General de la ONU de noviembre de 1947, que puso fin al mandato británico de Palestina y dividió la tierra en dos estados. Pero la respuesta de Netanyahu dejó en evidencia su mala memoria, argumentando que no fue la ONU la creadora si no, la "sangre de sus soldados".
Con la narrativa sionista y la estrategia que perpetúa la ocupación, los palestinos seguirán sufriendo las atrocidades que se prolongan por más de 76 años. Entre el supuesto derecho israelí a la "autodefensa" y la impunidad que permite a Israel continuar con su ocupación, la anhelada solución de paz para los palestinos se convierte en una víctima más.
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