"El régimen ruso no tiene ideología, ni partido, ni política. No es más que la fuerza de un solo hombre", Boris Berezovski
Cien días han trascurrido desde que Rusia invadió Ucrania. Le prometieron al presidente-dictador una operación blitzkrieg (guerra relámpago). Una operación que los estrategas militares diseñaron para finalizarla en menos de 72 horas. El planeta tiene que temblar ante su poderío nuclear. Putin así lo piensa, así lo hace.
Tienen que saber que al oso ruso no se le opone nadie, que viva para contarlo. Obsesionado con el propósito maligno de doblegar a los ucranianos, imaginó una total y rápida rendición, sin importarle las vidas humanas que cueste, aunque sean de sus propios compatriotas.
La fracasada estrategia de Goliat era evitar una guerra larga. Derrotar a los débiles de David, con una campaña corta, sin desgaste de las fuerzas armadas, menos del poderío bélico, de las genocidas tropas rusas. Los resultados han sido un desastre total. Coronado por un repudio mundial.
Hitler durante la II Guerra Mundial, con su perversa ambición, también invadió a su antiguo aliado, la poderosa patria de Josep Stalin, avanzando y arrasando en pocos meses hasta llegar a las puertas de Moscú. La matanza fue indescriptible, tanto o peor como hoy sufre Ucrania y su indómito pueblo, que no se rindió fácilmente. Ni lo hará hasta el último soldado en pie.
A Vladimir Vladimirovich Putin, el zar de toda la antigua y fenecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, le salió el tiro por la culata. Sus generales y almirantes se enfrentan a "guerreros" que han dado muestra de valentía y amor por su patria. Mucho más de lo que se esperaba.
La increíble determinación tomada el 24 de febrero pasado, al margen del Consejo de la Federación Rusa, deja a la nación en el aislamiento absoluto y la Unión Europea despierta. EE.UU., saca las castañas como un ave de rapiña. Aunque tarde, han contribuido con ayuda monetaria, sancionando económicamente al país invasor. Este responde chantajeando a los países de la OTAN, dependientes de su petróleo y gas de exportación.
Putin empavonado se idolatró. Experimentó con sus ejércitos en Siria, para "defender" de la guerra civil al presidente Bashar al Asad. En el 2015, un total de 141 misiones rusas bombardearon las zonas de Adepo, Damasco, Idlib, Latakia, Hama Raqqa, Homs y Deir al Zor, destruyendo todo a su paso. Lo mismo que hace con distintas ciudades ucranianas, Kiev, Járkov, Odesa, Mariupol, Jerson, entre otras, con permanente asedio brutal.
Masha Gessen periodista y escritora rusa, en su libro "El Hombre sin Rostro", lo retrata con un relato sorprendente: "Putin se ha deshecho despiadadamente de todos sus posibles rivales políticos. Todos los que le pudieran hacer sombra o la más mínima critica son eliminados, encarcelados, muertos. Los con más fortuna, prevención e información viven milagrosamente en el exilio".
Los y las periodistas que han sido capaces de denunciar las atrocidades cometidas por este bárbaro sin escrúpulos del siglo XXI sufren los peores atropellos a su derecho de informar. Todos los dictadores utilizan los mismos métodos crueles para permanecer en el poder. Siendo un obscuro agente de la temible KGB, la autora nos relata cómo se apodero del aparato público controlando los medios de comunicación, y a través del terror a las familias de sus íntimos y corruptos colaboradores, construyendo un estado policiaco de tentáculos criminales.
Entre muchos de los perseguidos -nos relata el libro- está el más grande ajedrecista de todos los tiempos Garri Kaspárov, quien se atrevió asumir la tarea de recuperar la democracia. Su lucha fue infructuosa, la persecución de los agentes del estado día y noche acabó con los deseos del campeón.
Otro líder opositor al gobierno, Alekséi Navalni, fue envenenado el 20 de agosto de 2020, un método tradicional, por publicar un video sobre "El palacio de Putin: historia del mayor soborno", que el todopoderoso presidente tiene a orillas del Mar Negro, en Gelendzhik, un balneario exclusivo para los magnates. Calculan los expertos del Kremlin que la fortuna de la red personal de Putin ascendería a 40.000 millones de dólares.
La olla se va destapando poco a poco. La guerra continúa inexorablemente, ya no es la noticia impactante, por el contrario, las cifras de cuántos niños, niñas y adolescentes mueren asesinados, cuántas jóvenes y mujeres son salvajemente primero violadas por la tropa y después muertas, simplemente estadísticas para los historiadores.
Los bombardeos hacen que los habitantes de esas zonas huyan despavoridos a los países limítrofes, buscando refugio para salvar sus vidas y la de sus familiares. Superan ya los 9 millones de ucranianos que están solicitando asilo humanitario, dejando tras de ellos, todo lo que constituía su hogar, su barrio, la ciudad, el país. Ahora destruido por una guerra sin sentido. Que nos convierte en feroces depredadores irracionales.
Volodímir Zelenski, de actor a presidente "héroe" por su valentía, ha señalado a la comunidad internacional que ellos no se rendirán: "Es preferible morir en batalla, que vivir de rodillas antes la bota militar rusa". Paren esta guerra o este estúpido conflicto terminará con toda la humanidad. Nadie estará a salvo si comienza la Tercera Guerra Mundial.
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