La gravedad del fraude electoral en Venezuela, sin duda, es una señal de alarma que debe resonar en todo el mundo. Si bien en Serbia se denunció en diciembre pasado la existencia de irregularidades, éstas correspondían a algunos lugares del país, no a todo. Así también lo refrendó la Unión Europea.
El caso Venezuela genera un precedente que puede poner en jaque al sistema democrático. Un gobierno que -a través del acuerdo de Barbados- se compromete a realizar elecciones libres e informadas ante la presencia de países garantes, como Barbados, México, Noruega, Colombia, Países Bajos, Estados Unidos y Rusia; realiza uno de los fraudes más evidentes en la historia electoral moderna; el que fue transparentado y evidenciado gracias a la organización y la fortaleza de la oposición dirigida por González y Machado.
Hoy todo el mundo tiene acceso a la información electoral, tanto nacional como regional, gracias a la digitalización del 86,5% de las actas, en resultadosconvzla.com.
Allí está la información solicitada por los países y las organizaciones internacionales. Está también la posibilidad que cada venezolano que quiera conocer el resultado de su mesa pueda entrar con su número de identificación. El fraude está a la vista del mundo, y ya hay países que reconocen a Edmundo González, quien ganó con el 67% de los votos, como el nuevo presidente de Venezuela y otros que siguen exigiendo que muestren las actas poniendo en duda los resultados que declararon ganador a Maduro.
Por su parte, la irregularidad del proceso es confirmada por veedores de la ONU y de la Fundación Carter. Esta última declaró a González como ganador, con ello la información es certificada por organismos internacionales imparciales.
Siendo así, tan evidente la situación, llama la atención que no se establezcan acciones internacionales que obliguen a Maduro a reconocer su derrota y dejar el poder. Cada día que pasa está a su favor y más venezolanos son tomados presos, violentados y matados. ¿Qué pasa con los países garantes del acuerdo que no han realizado una declaración conjunta? Al parecer todos están a la espera de lo que puedan lograr Brasil, Colombia y México. Incluso EE.UU. tiene puesta ahí su esperanza.
Hasta ahora lo que se ha sabido es que Lula le propuso a Maduro la realización de nuevas elecciones, lo que es sinceramente una brutalidad. Primero, porque se permite el robo de Maduro. Segundo, se podría asegurar que si va a una segunda elección la manejará para que quede en evidencia su triunfo, tomando presos, impidiendo el respaldo de actas, haciendo toda clase de maniobras. Las de ahora y mucho más. En fin, es sinceramente imposible ponerse en esa situación. Más aún, para que sea una propuesta viable debe considerar las dos partes y la actual oposición no está dispuesta a ir a nuevas elecciones, como claramente lo señaló Machado. La duda es el rol de Lula y lo que busca: ¿Salir de la encrucijada en que está? ¿Resolver el conflicto con su partido que reconoció a Maduro? ¿Darle más oxígeno al dictador? En definitiva, este camino parece no conducir a buen puerto.
Levantado y demostrado el fraude, no hay tiempo que perder. Al parecer poco o nada se puede esperar de los tres países que estaban negociando su salida. Se requiere entonces de respuestas efectivas de los países con mayor influencia y los organismos internacionales. Los mismos que están en cuestionamiento por su baja significación internacional.
Es muy urgente establecer una salida, porque cada día que pasa son más los venezolanos que sufren, son tomados presos y mueren. También los que están en la diáspora.
Esta experiencia nos enseña que los organismos internacionales necesitan establecer normas que resguarden y aseguren la voluntad popular en todas las naciones democráticas. Incluso, interviniendo en el país, si es pedido por el presidente electo, una vez que se haya efectivamente comprobado el fraude y su efectiva elección, como en este caso. Si dicen resguardar la democracia no se pueden quedar solo en declaraciones, sino que deben tener autoridad para asegurarla. Con ello se fortalecerán estas organizaciones que están hoy de bastante capa caída.
De mantenerse la situación actual en Venezuela se estaría aceptando la más flagrante violación a la democracia y con ello ésta se debilitará en todo el mundo. Es muy grave que el mundo acepte que un dictador apoyado por sus Fuerzas Armadas -incluso no todas, sino los altos mandos- subyugue a un pueblo contra su voluntad. Eso no puede ser aceptado bajo ninguna condición. Bastaría contar con el apoyo de los altos mandos de las fuerzas armadas para hacer polvo la voluntad popular, por lo que muchos gobiernos autoritarios, harán remedos de elecciones y explorarán ese camino. Incluso Trump, que se declaró ganador pero que no le funciono el asalto al Capitolio.
En definitiva, este no es solo un problema de Venezuela, es una encrucijada del mundo democrático, que también, directa e indirectamente, se ve afectado por esta situación.
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