Esperando nada… lo que no queremos de la Defensoría de la niñez

Corría el año 94´ y en las radios chilenas sonaba una voz implacable de Nicole, quien estaba “…sentada esperando la llegada de la suerte, no podía tardar…”

Hoy esa suerte llegó, el reciente 19 de abril fue aprobada de manera unánime en el pleno del Senado, la abogada Patricia Muñoz como nuestra primera Defensora de la Niñez, entidad autónoma que protegerá y promoverá los derechos de niños, niñas y adolescentes (NNA) y que fue creada en diciembre de 2017.

Es en ese marco, que celebramos que Chile pueda contar por fin con una Defensoría, lo que nos hace creer que en estos llamados “tiempos mejores”, existirán acciones concretas en un estado que avanza por materializar los acuerdos que reafirmamos hace 30 años al ratificar la Convención de Derechos del Niño y la niña. 

El esperar nada es imposible, dada la deuda del Estado de Chile en materia de vulneración de derechos, salud metal, nutrición, construcción de identidad, bullying, etc., y que hace una semana compartimos con Panamá el ser los únicos países de la región que no cuentan con un marco legal ajustado al enfoque de derechos. 

 Aunque el futuro de la Ley de Garantías esté todavía pendiente, contamos con una Subsecretaría y con una Defensoría, ambos elementos institucionales que permiten sentar las bases de un sistema de Garantías.

Esta perspectiva es auspiciosa, sin embargo, es necesario que ambos elementos cuenten con el apoyo del ejecutivo y del parlamento para llevar a cabo estrategias que permitan mejorar el bienestar de niños, niñas y adolescentes y que ambas no declaren a finales de este año que “…pasó tanta gente por delante que nadie me vio…” y de esa manera se queden esperando nada al alero de la realidad histórica de NNA.

Es por ello por lo que, para poder cumplir su función, la autonomía que logre tener la Defensora será crucial. El contexto en que se ha dado la definición del cargo, iniciándose un gobierno que no es de continuidad y con un rol fuerte de los partidos políticos, no ha ayudado a que este rasgo cobre protagonismo.

Al mismo tiempo, la “Senamización” del tema infancia, marcada por la situación inaceptable de las residencias y su peso en la Mesa de Infancia convocada por el Gobierno, tampoco ha contribuido a poner sobre la mesa que la Defensoría ha de velar por todos los derechos de todos los niños y niñas. Esto incluye a SENAME, pero también otros temas prioritarios: salud mental, maltrato y violencia en muchos espacios (incluido el escolar), nutrición, y en general la conformación de un sistema integral de garantías intersectorial, con presencia territorial y mecanismos de exigibilidad. 

Por nuestra parte como sociedad civil, hemos asumido un rol importante en la defensa de los derechos de niñas y niños, quienes aún esperan que como Estado nos hagamos responsables de garantizar un sistema que permita su real bienestar en nuestro país.

En ese sentido, el compromiso y la experiencia demostrada por Todo Mejora en la coordinación con sectores que representan esos espacios donde el Estado no llega, ojalá permitan que el trabajo y las comisiones mencionadas por el gobierno no queden sólo en una gran ilusión.

Debemos velar porque la Defensoría tenga un rol protagónico en las problemáticas mencionadas y que no sigamos haciendo de un hit musical, una realidad para nuestras instituciones. 

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