Chile peligra por falta de agua. Nuestro país atraviesa la sequía más larga de la región en, al menos, mil años, según el último informe de la Organización Meteorológica Mundial sobre el estado del clima en América Latina. A ello se suma que hemos tenido 13 años de escasas lluvias, situándonos a la cabeza de la crisis hídrica a nivel global.
Una dramática realidad que ha provocado el derretimiento acelerado de los glaciares, aumento del nivel del mar e incendios forestales devastadores. Esta tragedia se profundiza con las graves consecuencias para los ecosistemas, la biodiversidad, la salud y la subsistencia de cientos de millones de personas alrededor del mundo que simplemente dejan de tener acceso al agua para vivir.
Según el Banco Mundial, cerca de 2.000 millones de personas en el planeta no tienen acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura, 3.600 millones no cuentan con servicios de saneamiento seguros y 2.300 millones carecen de instalaciones básicas para lavarse las manos. De hecho, una de cada tres personas no cuenta con agua potable salubre y dos de cada cinco personas, no disponen de algo tan necesario como una instalación simple, destinada a lavarse las manos con agua y jabón, y se prevé que la demanda de agua aumente hasta un 30 % para 2050.
Este crítico escenario implica desafíos en materia de gobernanza, regulación y gestión del agua para cuidar hasta la última gota ya sea en el uso doméstico, industrial y de riego. Debemos con urgencia y en conjunto, desarrollar técnicas sostenibles que conlleven a preservar, proteger, reducir, mantener y ahorrar el agua para las futuras generaciones.
El ODS6 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos. Así, este año en la Conferencia de la ONU sobre el Agua 2023, se instalarán los compromisos urgentes en la denominada Agenda de Acción del Agua, un plan rápido y transformador en el que todos deben ser conscientes, la que estará reflejada en acciones individuales y por supuesto, colectivas.
En Chile, de acuerdo con la normativa vigente, tanto en el Código de Aguas como en la Ley Marco de Cambio Climático, se establece la implementación de los Planes Estratégicos de Recursos Hídricos en todas las cuencas, con estándares compatibles con las metas del ODS6, pero debemos acelerar el tranco. Optimizar el uso del agua a través de mejoras en la planificación y los incentivos, ayudará a mejorar el bienestar y aumentará el crecimiento económico, fundamentales para el desarrollo de los países y de las personas.
El enorme desafío consiste en dar prioridad a la búsqueda de soluciones alternativas reales y al alcance de todos, de manera de contar con suficiente agua para nuestras necesidades.
Esto implica mejorar la planificación a largo plazo; aplicar una gestión eficiente, capaz de garantizarla, además de establecer sinergias entre el mundo público y privado, junto a la sociedad civil para, y -como ha señalado las Naciones Unidas-, "Acelerar el cambio". Es urgente repensar los modelos operacionales y regulatorios y concretar proyectos de infraestructura e innovación para combatir con sentido de urgencia la falta de agua, elemento vital para la vida humana.
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