El calentamiento global ya ha causado daños irreversibles en nuestro planeta y el desastre será aún mayor si no aceleramos con urgencia el proceso de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que sintetiza ocho años de trabajo, es desolador. En resumen: la Tierra ha aumentado en 1,1 °C la temperatura con respecto a la era preindustrial y subiría a 2,8 °C a fin de siglo, pese a los compromisos suscritos en el Acuerdo de París en 2015, donde se fijó la meta de no superar las temperaturas globales de 1,5 °C.
Por ello, la urgencia de una acción climática eficaz es ahora. Según el panel científico, para mantenerse por debajo del límite, el mundo necesita reducir 60% de sus emisiones para 2035 y 84% para 2050. Debemos ocuparnos, también, del ODS15, que ha sido el más postergado, que significa proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques y el agua, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad. En definitiva, cuidar de urgencia, un medioambiente en estado grave, en cuanto a la salud y la vida.
Todos sabemos la solución, pero no hacemos mucho para concretar y dar saltos más exponenciales. Estamos conscientes de que debemos adoptar rápidamente las energías limpias como la solar y la eólica, acelerar la producción de hidrógeno verde, eliminar el carbón al 2030 y disminuir el consumo de petróleo y gas, en al menos 60% y 45% respectivamente para 2050. Sabemos que se requieren estas acciones claves para salir de una catástrofe de proporciones, donde el sector privado juega un papel relevante, debiendo alinear sus metas con los compromisos mundiales, aun cuando Chile represente un aporte de sólo 0,26% a las emisiones en el orbe.
Es así como, junto a nuestras empresas adheridas, Pacto Global está siendo un articulador permanente para sensibilizar, impulsar y acelerar que las empresas se comprometan con las metas y consecuentes inversiones necesarias, en desarrollo de fuentes de energía renovables, conversión a combustibles más limpios, mejoras en la eficiencia energética de los procesos, e intervengan en la modificación de las tendencias de consumo a través de la educación ambiental.
El Estado tiene también tiene un rol crucial en acelerar las inversiones en desarrollo de fuentes de energías limpias, paso a combustibles verdes, eficiencia de los procesos de combustión, impulso de la electromovilidad, planificación en la gestión del agua y educación sobre la modificación de las tendencias de producción y consumo sostenibles. Hoy Chile se proyecta como un líder a nivel global que podría pasar a un sistema energético 100% verde en menos de cuatro décadas, ya que nuestro país cuenta con condiciones para ello, como zonas con fuertes vientos, geotermia, sol en el norte y agua en el sur. El informe del IPCC no debe resultarnos paralizante, sino que debe movernos a reaccionar: avanzar en estos desafíos y en generar las sinergias necesarias entre todos los actores involucrados, porque aún tenemos una oportunidad, casi la última, de prevenir los peores daños futuros del cambio climático. Sobre todo y simplemente, porque se acaba el tiempo.
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