Estamos en pleno proceso del cierre de la Fundición Ventanas, es la primera señal de un cambio cultural general. El proceso de cambio a una visión medioambiental debe ser global, es decir, no podemos observar que solo algunas empresas deban cerrar, la sociedad debe cambiar, para lo cual los costos y beneficios deben repartirse. La pregunta es ¿existe un plan para lograr esto? Y, ¿la cultura nacional y social se encuentra preparada?
Las primeras políticas en nuestro país fueron normas medioambientales por la polución, que basada en promedios de emisión introducía luces rojas en caso de altos niveles de contaminación y así en la Región Metropolitana se suspendía la labor de algunas empresas, luego de un tiempo, cambiaron las normativas y se aplicaron restricciones vehiculares. Todo esto finalmente se convirtió en insuficiente, cada día hay más automóviles en la ciudad y, además, un Transantiago mal regulado e implementado que terminó por destruir estas políticas. Lo positivo ha sido el crecimiento del Metro y Metrotren, que en las últimas décadas mejoraron la vida de muchas personas. Pero siempre ha sido una normativa muy centralizada en Santiago y en algunas ciudades, debido que muchos de los problemas de contaminación de regiones eran vistos como muy lejanos, además, con la mirada centralizadora a un estilo Imperio Romano, donde hay que producir bienes y riqueza para la gran ciudad central, se deja que los costos los paguen las regiones (con lugares de sacrificio), mientras que los beneficios y cambios se han realizado en la región central.
Por otro lado, las pancartas y las protestas del viernes (medio ambientales) se acaban cuando los mismos que las promocionan son afectados con impuestos y restricciones. Me refiero a las políticas de mayor impuesto sobre productos dañinos, los cuales aumentan el costo de productos como ropa y zapatillas de moda (no aplicados en Chile). Es decir, no es sólo cerrar una fundición cuando el daño es evidente, sino volver hacia los mismos ciudadanos normales y ver cómo pueden cooperar modificando sus hábitos de consumo. Además, la cooperación debe ser en políticas municipales, por ejemplo, el reciclaje y tener capacidad de acopio de la basura para reciclar.
Otro problema que en los últimos meses se ha observado es que el camión reciclador de algunas comunas debe ir a un lugar de reciclaje y no simplemente tirar la basura en conjunto en los vertederos.
Algunos países europeos comenzaron con políticas de reciclaje potentes y paralelamente fomentaron una cultura ciudadana basada en buenas conductas, que al no cumplirse se les multaba. Un ejemplo de normativas ciudadanas medioambientales es la policía de la basura de Alemania, los cuales son realmente inspectores municipales que buscan en los distintos lugares de acopio de basura, por rastro de papeles o documentos que terminan por inculpar a la persona que no cumplen la norma y se les sanciona con una multa. Los impuestos verdes (otro tema fomentado en Europa) deben ser aplicados a empresas contaminantes y no sólo por los combustibles fósiles, por ejemplo. En Chile hemos determinado impuestos a la emisión, pero es necesario intervenir con impuestos a productos contaminantes, es decir, aumentar el IVA a productos contaminantes y dañinos o prohibir algunos productos de industrias contaminantes de otros países, como fue las normativas de restricción de las bolsas plásticas.
Muchos creen que deben ser medioambientalistas, ya que es de moda, pero no es para recibir corazones en las redes sociales, deben comprometerse, realizar acciones concretas y, además, pagar impuestos. Recordando que finalmente los cambios medioambientales aumentan los costos de la sociedad y principalmente cambia la cultura social.
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