Coescrita con Carolina Rojas, investigadora del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable y profesora del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC.
En un contexto de crisis climática global y rápida urbanización, los humedales, ecosistemas vitales y a menudo ignorados, emergen como una infraestructura natural estratégica. Chile, país signatario del Convenio de Ramsar desde 1981, enfrenta hoy el doble desafío de conservar sus humedales frente a la expansión urbana, desarrollo económico y, al mismo tiempo, adaptarse a los impactos del cambio climático. En este escenario, la próxima COP 15 de Ramsar, a desarrollarse en Zimbabue, representa una oportunidad clave no solo para renovar compromisos, sino para ampliar alianzas internacionales innovadoras, particularmente con países que han desarrollado enfoques exitosos para integrar naturaleza y planificación urbana.
Uno de esos países es China, pionero en el concepto y desarrollo de "ciudades esponja": modelos urbanos que incorporan infraestructura verde-azul -como humedales urbanos, vegetación y parques inundables- para retener, filtrar y reutilizar el agua de lluvia, reduciendo riesgos de inundación y mejorando la calidad ambiental. Este enfoque se ha implementado en más de 30 ciudades chinas con apoyo estatal, planificación integrada y fuerte inversión en innovación tecnológica.
En Chile, aún estamos lejos de una escala semejante. Sin embargo, existen señales auspiciosas: desde la Ley de Humedales Urbanos hasta proyectos de restauración de humedales y codiseño de infraestructura, que incorporan criterios ecológicos y participación ciudadana. A nivel internacional, un reciente informe de Cepal (Las relaciones entre América Latina y el Caribe y China, 2025) ha identificado las soluciones basadas en la naturaleza, la gestión sostenible del agua y la infraestructura resiliente como sectores impulsores clave para un desarrollo más productivo, inclusivo y sostenible en América Latina. Además, destaca la cooperación con China como un vector estratégico prioritario, especialmente en áreas como financiamiento verde, transferencia tecnológica e infraestructura ecológica.
Fortalecer la cooperación Chile-China en torno a ciudades esponja y soluciones bajadas en la naturaleza, puede generar beneficios concretos: reducir el costo de desastres naturales, regenerar ecosistemas urbanos, crear empleo verde y aportar soluciones climáticas con base territorial. Para ello, se requiere una hoja de ruta compartida entre gobiernos, academia, sector privado y comunidades locales, que promueva pilotos urbanos replicables y atraiga inversiones bajo el mercado de la iniciativa de la Franja y la Ruta ecológica o el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. Esta arquitectura institucional podría ser clave para canalizar financiamiento e innovación tecnológica hacia proyectos de restauración ecológica, adaptación al cambio climático y desarrollo urbano resiliente en ciudades chilenas.
En lugar de depender únicamente de soluciones grises como carreteras, diques, drenajes y de fondos regionales, es momento de mirar hacia la naturaleza como alianza estratégica. Los humedales son mucho más que cuerpos de agua: son infraestructura viva, escudos climáticos y puntos de encuentro entre ecología, cultura y desarrollo. Si Chile quiere avanzar hacia ciudades resilientes, justas y habitables, la cooperación internacional inteligente, como la que puede darse con China en este campo, será clave. La COP 15 Ramsar 2025 puede ser el punto de partida.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado