Morboso. Sensacionalista. Híper dramático. El coliseo mediático no demoró en juzgar con su pulgar hacia abajo a la serie documental "Brava" exhibida por TVN en estos días. El relato en primera persona de la comunicadora Claudia Conserva, al enfrentar su tratamiento frente al cáncer de mama, instaló un debate que no dio a medias posturas. O merecía ser devorada por los leones, o recibir su rudis en señal de libertad.
"A mí me hacía bien poder desahogarme con el celular, porque estaba sola en pandemia, aislada. Sabía que le estaba provocando un daño enorme a mi marido y a mis hijos al registrar esto, y peor aún cuando les dije que sentía la misión de hacerlo un documental y compartirlo; me decían ¡Pero por qué! ¡Por qué te vas a exponer así, por qué vas a exponer la intimidad, por qué!"
El registro de nuestras vivencias pareciera tenernos saturados. Decenas de fotografías y videos colman las pantallas de los celulares haciendo del medio digital una vitrina con identidades que construyen día a día un relato de sí mismas, haciendo de la exhibición del yo, un ejercicio que dista mucho de su origen siglos atrás.
En la era del Romanticismo surgió una práctica que Paula Sibilia denomina la "interioridad psicológica", caracterizada por una profunda carga de pensamientos y emociones en oposición al mundo exterior y público. La escritura de sí fue una forma originaria de autoexpresión, un ritual en soledad e intimidad que anhelaba plasmar en un papel la profunda búsqueda del yo, y así, recrearse.
Dos siglos después, los diarios de vida con candado soltaron sus llaves y se entregaron a un formato digital que nos invitaba a compartir esa intimidad: "Share your world with the world", nos decía Fotolog, instaurando las primeras formas de autonarración en internet haciendo del yo un objeto de diseño y público.
En una sociedad altamente mercantilizada donde el "parecer" manda, los valores hedonistas comenzaron a regir las narrativas de autoconstrucción. Belleza, vitalidad, celebraciones, buena mesa, viajes; ya no hay espacio para profundas reflexiones, nuestra subjetividad se reduce a la meta de obtener likes y seguidores con relatos de felicidad, y la tristeza o el fracaso quedan relegados para aquellos "raros" que las viven, y por cierto, ocultan.
En aquella evolución que no ha sido sólo desde la intimidad a la exhibición sino también desde la profundidad a la banalidad, un documental como "Brava" nos da una señal disruptiva. La idea de que una persona exhiba sin filtros ni vanidad su dolor, es molesta, incómoda, porque es un recordatorio de nuestros propios filtros.
"Cada paciente tiene el derecho de expresar y vivir su enfermedad con total libertad, sin embargo, otra cosa es que determinadas vivencias y relatos sean masificados en televisión abierta (...) con una línea editorial que utiliza la híper dramatización, el sensacionalismo y el morbo", dijo la Asociación de Pacientes Oncológicos tras ver el primer capítulo (de tres), criticando la exposición de la vivencia específica de la animadora.
"¿Por qué ocultarlo? Sentí que era un tema escondido en la sociedad y por eso quise mostrarlo. Crudo, honesto, dije 'adiós ego'. Sentí que tenía que hacerlo, y punto. Quería entregar algo más, compartir mi experiencia sólo con el fin de mover a la gente, de visibilizar y que se avance en todos estos temas pendientes", replica Conserva.
El relato de una persona que enfrenta la euforia de las primeras sesiones de un tratamiento, la determinación que la invade por lograr un objetivo, la desolación de la incertidumbre, la gratitud por lo que tiene y la tristeza por lo perdido, las ganas de rendirse, de volver a levantarse, llorar por días, sonreír en otros, no tiene nada de híper dramático. Es sólo la expresión de un ser humano, como todos nosotros, atravesando su propia noche. O infierno, como relata ella.
Sensacionalista es la literalidad. Morbo es adelantar juicios.
"Mucha gente me escribe cosas respecto a mi situación económica, del acceso a una clínica privada, donde te dicen cosas súper hirientes, pero ¿Les digo algo? Yo no lo tomo personal. Yo sé que esa rabia no es hacia mi persona, sino que es un desahogo hacia el sistema", concluye.
Tal vez el tono intimista en una producción mediática con la muerte rondando es algo que supera a muchas personas, pero no porque sea burdo -de hecho, la serie no tiene nada de eso- sino porque es la obligación de mirarnos al espejo ¿Cuántos no hemos pasado por ese huracán? No es necesario sufrir la misma enfermedad; "Brava" es el relato de miles de almas que por las más diversas razones han sufrido, lo que sea, porque la euforia, determinación, desolación, incertidumbre, gratitud, tristeza y ganas de retomar nuestras vidas son estaciones que siempre nos tocará transitar.
El diario de vida de Claudia, y su catarsis, es el de muchas personas y a la vez muy único. Algunos se sentirán guerreros ante la adversidad, otros no necesitarán el arquetipo, pero el dolor siempre será el mismo porque no tiene que ver con el bolsillo ni la suerte, sino con el simple hecho de que somos personas y ante el sufrimiento, sólo nos queda la entrega con el corazón.
"Estoy de a poco sacando lecciones. Las cosas que no dependen de uno, soltar, confiar, cuidarse. Y, que nada es tan importante. No gané la guerra, pero sí esta batalla". Yo espero Claudia, que sí hayas ganado la guerra.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado