Así funciona la invisibilidad,da lo mismo lo que se realice, nunca hay un reconocimiento, y a este juego están sujetas las radios en Chile.Sin embargo,no hay que olvidar que este canal de comunicación está anclado en nuestra cultura nacional.
Cualquier institución querría estar tan bien evaluada. Una reciente encuesta de Plaza Pública Cadem indica a este medio como el mejor valorado en su quehacer: el 74% aprueba el trabajo que está desempeñando.
Esto cobra relevancia cuando “en la serie de mediciones realizadas, la confianza hacia las instituciones ha experimentado una caída”, según “Una mirada al alma de Chile, 2006 – 2015. Diez años de la Encuesta Nacional Bicentenario Universidad Católica – GfK Adimark”.
La radio cumple por sí misma con los más altos estándares de confianza y credibilidad en la ciudadanía. No obstante, la inversión publicitaria y las campañas de marketing no la consideran en sus reales dimensiones y valores.
¿A qué se debe? ¿Será que el reconocimiento y la visibilidad de un medio de comunicación tan antiguo obligaría a repensar los esfuerzos creativos y de innovación en las campañas publicitarias?
Niklas Luhmann habla que la comunicación es altamente improbable; es decir, lo más probable es que tengamos dificultades para comunicarnos.Para disminuir la brecha de la no comunicación es necesario afrontar tres improbabilidades: que se comprenda lo que se quiere decir, que se pueda acceder a las personas a las que se quiere comunicar y que ellas acepten el mensaje. La información es fundamental en este proceso.
¿Qué habría que hacer para tener acceso a las agencias de publicidad y a las instituciones emisoras de mensajes para que comprendan y acepten la importante permeabilidad que tiene este canal en nuestra sociedad?
La radio es compañía, información inmediata, con las vocerías correspondientes en directo. Sin ser visual, apela a la imaginación; no requiere total concentración, se puede escuchar y a la vez hacer otras actividades; es espontánea y fácilmente capta la retroalimentación de la audiencia; es creíble; presenta baja capacidad de saturación, por lo cual es posible repetir un mensaje muchas veces en el día y tiene claramente segmentado su público.
Su lenguaje se compone de palabra, sonido, música y silencio, con los cuales se puede construir hermosos relatos, si se hace un trabajo creativo, armónico y estético. A decir verdad, en el silencio no hay acuerdo de que sea un elemento del lenguaje radial, yo creo que sí.
¡Ay, esa costumbre tan arraigada en nuestra cultura nacional de visibilizar lo poco importante, pero no amenazante, y no visibilizar lo relevante, lo fundamental, pero que nos hace movernos de nuestra comodidad! Reconocer a la radio como el eje fundamental de las campañas publicitarias significaría un acto de valentía para constatar que, con bastante menos dinero y rimbombancia, se puede focalizar una excelente campaña, con muy buenos resultados.
Además, se puede escuchar en cualquier momento y lugar, con señales disponibles en todo Chile, aunque sea en los lugares más recónditos.
¿Quién en Chile, en caso de terremoto o corte de luz, no tiene siempre disponible una radio que se enciende, nos conecta, nos informa, nos acompaña y nos tranquiliza, porque confiamos y creemos en ella? Esto significa que tenemos cultura radial, con un importante arraigo emocional en lo más profundo de nuestro país.
Un aplauso por la primera transmisión radial en Chile el 19 de agosto de 1922 y por el “Día del trabajador radial”,instaurado el 21 de septiembre de 1942.
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