A pensar en un 6 de agosto hace 66 años

No se imagine que soy numerólogo. Sólo celebro o lamento aniversarios.  A las 9:55 AM en la mañana del 6 de agosto de 1945 un avión dejó caer una bomba sobre Hiroshima, ciudad al sur de Japón donde vivían 300,000 personas, como Talca.

Murieron 150,000 personas incineradas vivas. Al día siguiente quedaban otras 150,000 semi-personas vivientes que seguirían muriendo -asegura la prensa no nipona- en los  meses siguientes y con poco dolor. Les habían quemado hasta la sensibilidad.  Unos pocos sobrevivientes desarrollaron tumores y leucemias.

Los daños sobre las personas y la ciudad fueron causados por el fuego que produjo la explosión de una bomba a 500 metros de altura con 88 kilos de uranio-235 radiactivo, lanzada desde un avión B-29.

¿Por qué? se preguntará usted.

Ocurría que los EE.UU. y Japón estaban en guerra por el territorio del Pacífico, añadida a la 2ª guerra mundial entre aliados versus Hitler, quien ya se había rendido el 8 de Mayo.

Y así nomás fue  con previo aviso dado en el mes de julio en Postdam, por Churchill, José Stalin y Harry Truman a Hiro-hito, el Emperador del Japón.  La bomba elaborada en el proyecto “Manhattan” del físico Robert Oppenheimer  (se suicidó -de seguro por remordimientos de su invento).

Los aviones B-29 -días después, el 9 de agosto- dejaron caer otra bomba sobre Nagasaki y otros 100,000 japoneses fueron incinerados vivos con sus casas. Así de firme la maniobra para que Japón se rindiera. Y se rindió el 15 de Agosto.

La fisión del uranio radiactivo origina la onda de calor y fuego quema todo en un área de 10 kilómetros2 por debajo del bombazo, área como la comuna de Ñuñoa.

Y ¿a qué nos viene hoy esto a nosotros aquí?

Claro, me dirán, estamos en un planeta, muy globalizado dicen, poco sensibles a sismos, tsunamis y balaceras cuya noticias nos llegan en pocos segundos.  De los bombazos descritos más arriba nos enteramos al día siguiente por el Presidente Truman por la radio.

Y que si no se rendían, iban a hacer añicos al Japón y a su poderío militar, sin vuelta.

No se trata de discutir armas de destrucción masiva ni de terrorismo bueno, sólo recordar la magnitud de una tecnología usada salvajemente para matar y dominar.

Mucho después para entretenernos y hasta sanar.                              ·                                 ·

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