Boric, un estadista

Ana María Bravo Castro

Ultimos publicados:

• El pueblo merece vivir tranquilo
• Los derechos no se negocian
• No más crímenes de odio

La reciente muerte del expresidente Sebastián Piñera Echenique es un hecho lamentable y trágico, que enluta aún más a nuestro país, en días difíciles, en los que hemos vivido una enorme tragedia tras los incendios en la Región de Valparaíso, que le han costado la vida a decenas de chilenas y chilenos.

Uno de los temas más mediáticos sin duda ha sido el funeral de Estado y los honores que se rindieron al exmandatario, en un acto que me parece protocolar y de una profunda tradición republicana, para un ciudadano que fue electo dos veces Presidente de Chile, en elecciones democráticas.

Sin duda que para ciertos sectores de la izquierda todo este homenaje vendría siendo una especie de "traición" a sus propias convicciones, e incluso hubo quienes trataron a Boric de negacionista tras la frase "durante su gobierno, las querellas y las recriminaciones fueron, en ocasiones, más allá de lo justo y razonable", refiriéndose a las acusaciones por violación a los derechos humanos durante el estallido social.

Queridas y queridos compañeros, déjenme decirles que el Presidente Gabriel Boric no es un negacionista, por el contrario, es un estadista y no ha dudado nunca en ponerse por delante de decisiones difíciles que requieren pensar en el futuro y presente de nuestro país, siempre respetando los márgenes de la democracia y la constitución que nos rige.

En estos momentos en los cuales enfrentamos un segundo tiempo del gobierno y de un proyecto político que pretende generar cambios profundos para la gente, para quienes hoy sufren por llegar a fin de mes, para la mujer adulta mayor que recibe una pensión de hambre, para lograr apalancar más recursos con un pacto fiscal, necesitamos unidad y no perdernos en el fondo.

Los cambios que demanda la ciudadanía hoy deben ser construidos en unidad, en consensos y con acuerdos entre oficialismo y oposición.

El Presidente no está pensando en ser o no consecuente, un valor profundo y loable, pero alejado de la realidad que demanda gobernar, en donde no se es presidente de un solo sector, sino, de todo Chile.