David contra Goliat

La candidata de la Alianza de derechas, señora Evelyn Matthei, ha evocado la mítica lucha de David contra Goliat para señalar la fortaleza de la candidatura opositora, encabezada por la ex mandataria Michelle Bachelet. Así, se quiere hacer aparecer a una derecha desvalida ante la arremetida del conglomerado Nueva Mayoría, una falacia que no resiste un análisis.

Aclaremos, el verdadero Goliat lo constituye una derecha extrema que ha ocupado una posición de fuerza y privilegio durante ya cuatro décadas.

Durante todo este tiempo ha contado con el poder de la banca, las finanzas, los medios de comunicación, la justicia, y los organismos estatales, es decir, casi todo. Esto convierte a este sector en la derecha más poderosa y abusiva de América Latina. Hasta el presente ha ejercido su hegemonía sin contrapeso, lo que le ha garantizado su enriquecimiento y su absoluta impunidad.

En la hora actual, cuando con timidez se presenta al país una posibilidad de “reformas estructurales” que logren satisfacer, por lo menos, las más urgentes demandas sociales, los estrategas de la derecha pretenden, con astucia y desvergüenza, presentarse ante el país como los débiles héroes que deben enfrentar a los poderes de la oposición.

Cualquier ciudadano medianamente informado sabe que la señora Matthei representa, precisamente, a los poderosos y favorecidos por el actual ordenamiento del país.

Recordemos que más allá de los ropajes “democráticos” con que hoy se visten sus personeros, lo cierto es que hemos vivido por cuatro décadas bajo el orden constitucional y económico concebido por una cruenta dictadura militar.

Atrincherada en el parlamento binominal, ha impedido, hasta hoy, toda posibilidad de cambio que ponga en riesgo sus privilegios. La derecha de hoy es la heredera de tales atrocidades y su beneficiaria directa. El verdadero Goliat es el entramado de intereses económicos que han convertido a Chile en una plaza de grandes corporaciones con la complicidad de nuestra derecha en desmedro de las riquezas nacionales.

El verdadero Goliat ha sido, y por mucho tiempo, el que aplastó a David con la fuerza de las armas primero, y que hoy quiere perpetuar su poder con el engaño y el abuso.

En esta circunstancia histórica, es de esperar, que se haga oír la voz democrática y ciudadana, la voz de los débiles cuyos salarios apenas alcanzan para sobrevivir.

La misma voz de los movimientos sociales que es reprimida en las calles, la misma que ha sido postergada por demasiado tiempo.

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