En dos semanas más, Chile decide su futuro y puede inclinarse hacia un gobierno de ultraderecha, salvo que una potente jornada electoral, nacional y social, establezca que la mayoría del país respalda a Jeannette Jara y la elija Presidenta de la República. La ultraderecha ya gobernó Chile entre 1973 y 1990, lo hizo bajo el imperio de la dictadura militar con la misión de justificar mediáticamente atroces crímenes y las violaciones de los derechos humanos, tanto en el país como ante la comunidad internacional. Asimismo, los "Chicago Boys", con el expreso respaldo de Pinochet, tomaron la dirección de la política económica y las principales áreas de las políticas públicas implantando un sistema de opresión nunca antes conocido en Chile.
La prolongada transición democrática, desde 1990, logró que retrocedieran o se reformaran los aspectos más impopulares y represivos de ese modelo de concentración de la riqueza. En particular, las reformas constitucionales aprobadas el año 2005 posibilitaron que los enclaves autoritarios que consagraban el tutelaje militar fueran excluidos del texto constitucional.
Por eso, el grupo de poder organizado en torno a Kast dice respetar las normas constitucionales y tomar la conducción del Estado sin usar directamente la bota militar, pero su violento discurso político no los avala con hechos prácticos. Aún más, en Temuco amenazó con la expulsión a una mujer proveniente de Venezuela, aunque ella le dijo que lo respaldaba. Ese anuncio tan violento como innecesario, desmorona la paz social en el país.
Los antecedentes ideológico-doctrinarios de la ultraderecha revelan su inclinación al uso de la fuerza y aplicar medidas de coacción. En especial, los anuncios respecto del control de la migración indican que el empleo violento de los uniformados forma parte de su visión de gobernar, pero, con represión no resolverán nada.
Es deber de la izquierda alertar el peligro al que nos acercamos. Nuestra historia está llena de mártires que lo dieron todo por una sociedad mejor, personas sencillas y desinteresadas que fueron ultimadas por los abusos de poder y los atropellos más bestiales. Hay mucho heroísmo y también dolor a lo largo de nuestra existencia, por eso, luchamos porque el terrorismo de Estado nunca vuelva a asolar el país.
Hasta ahora, la incorporación estrictamente profesional del personal militar al resguardo de la zona fronteriza se ha realizado con el cuidado necesario. Sin embargo, la retórica violentista de la ultraderecha puede cambiar el escenario. Por eso, la serena firmeza de la autoridad civil liderada por Jeannette Jara es la mejor garantía de conducción político institucional.
Ha crecido la violencia en muchos países y se agrava la brega de los gobiernos ante retos estructurales que a lo largo de décadas permanecen sin solución. Los pueblos se cansan, pero no se avanza o se avanza muy poco. Hay líderes autoritarios que quieren imponer solo su propia verdad, desconociendo los legítimos intereses de otros pueblos y se adentran por el camino terrible del genocidio como ha sucedido dramáticamente en Gaza.
La reiterada amenaza de expulsión masiva de migrantes hecha por José Kast es una irresponsabilidad política con fines electorales que puede provocar en la frontera con Perú una situación inmanejable de imprevisibles consecuencias. Sembrar el pánico en centenares de miles de migrantes es reprobable ética y políticamente.
Ahora es más necesaria la paz, el diálogo político y social, así como, la proporcionalidad en el uso de los medios de fuerza disponibles. No se puede abusar de los recursos violentos que abren heridas como abismos sin fin. Hay un desafío civilizacional: el ojo por ojo no es la vía. La firmeza y el equilibrio en las decisiones son claves. La política democrática debe distinguirse por ello. El Estado es el pilar fundamental para derrotar civilizadamente al crimen organizado.
La vía democrática es esencial. Esto es resolver los grandes dilemas fortaleciendo las instituciones democráticas, actuando con transparencia y velando por el uso adecuado de los recursos públicos. El Estado de derecho es un instrumento fundamental para avanzar hacia una nueva etapa. No hay que caminar a la barbarie, hay que dirigirse hacia la paz y el entendimiento.
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