El domingo 4 de junio se celebró el 111° aniversario del Partido Comunista de Chile, donde su secretario general, Lautaro Carmona, declaró que el proyecto de la Unidad Popular (UP) está "inconcluso, pero no derrotado". Sin embargo, a 50 años del golpe de Estado, es importante aclarar en qué consistió este proyecto, cómo se materializó en ese momento y sus consecuencias en el nivel de vida de los chilenos. Carmona indicó que la gestión económica de Salvador Allende fue un éxito frustrado por la "intervención imperialista y la oligarquía", pero la teoría económica y la evidencia empírica demuestran que el mito es falso.
El socialismo es un sistema en el que los medios de producción son propiedad y están controlados por el Estado y, según Marx, el ideal es lograr una "armonía de intereses colectivos". La pregunta científica es, ¿puede el socialismo impulsar el desarrollo económico, al menos como una economía de mercado? En "Socialismo, Cálculo Económico y Función Empresarial" (2020), el economista Jesús Huerta de Soto explica que el socialismo es un error intelectual. En pocas palabras, el planificador socialista se encuentra en un callejón sin salida: si el gobierno interviene en el proceso de mercado, obstaculiza o impide el cálculo económico y no obtiene la información para dar un contenido coordinador a sus mandatos, y si no interviene, no obtiene ninguna información. Los criterios políticos de producción y distribución serán arbitrarios según las órdenes del gobierno socialista, mermando inevitablemente el bienestar general.
La economía de Allende (1970-1973) tuvo tres etapas: expropiaciones, inflación y racionamiento. Primero, el proceso de expropiación tenía el objetivo de transferir la propiedad privada de los medios de producción al Área de Propiedad Social, controlada por la UP. Se confiscó el 100% de las grandes operaciones mineras, el 60% de las tierras agrícolas del país, el 85% del sector bancario y 35.000 empresas fueron ocupadas a través de diversos métodos. Todo esto con el soporte de grupos guerrilleros como el VOP, MIR y MAPU. Segundo, las expropiaciones y la violencia fueron acompañadas por un sistema tributario confiscatorio, los controles de precios y barreras al comercio internacional que terminaron por destruir la economía chilena. Ante la caída de la inversión privada, el gobierno de Allende financió el déficit fiscal que llegó al 15% en 1972 con emisión monetaria, alimentando un espiral inflacionario de 606% en 1973 que contribuyó a desplomar el PIB en -5,6%, los salarios reales en 40% y una pobreza generalizada. Tercero, el déficit de alimentos básicos (consecuencia natural del control de precios y una economía en ruinas), llevó al gobierno a dirigir las tarjetas JAP para que los miembros de la UP racionaran los alimentos con largas filas y corrupción en el mercado negro.
No es casualidad que la UP siempre fuera minoría y que el 63% de la Cámara de Diputados aprobara una moción el 22 de agosto de 1973 que responsabilizaba al gobierno de Allende por la violación sistemática del orden constitucional y legal de la República de Chile.
¿Podría la CIA haber iniciado las expropiaciones extensivas y los controles de precios y salarios a gran escala que llevaron a la quiebra de empresas, un déficit presupuestario creciente, una inflación galopante y un mercado negro, lo que resultó en una declinación general de la actividad económica, si Allende controlaba el banco central y la mayor parte de la producción nacional con el apoyo del bloque comunista y muchos países capitalistas? Solo un análisis defectuoso exageraría la importancia de la intervención del gobierno estadounidense. Sería evadir los problemas teóricos y prácticos del socialismo.
La teoría económica y la evidencia de Chile aclaran que los objetivos de "progreso social, paz y equilibrio ecológico" que expone el PC en su declaración de principios son incompatibles con la teoría marxista-leninista que promulgan para intentar alcanzarlos. Si el PC quiere que Chile sea un país desarrollado (i.e., ampliar las soluciones a problemas humanos cada vez más complejos), debe superar el proyecto de la UP y abrazar una economía de mercado bajo instituciones de propiedad privada e igualdad ante la ley. De lo contrario, como dijo Ludwig von Mises, "el socialismo terminará subordinando incondicionalmente al individuo al Estado".
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