Para afirmar lo que dice el título de este artículo bastaría con recordar nuestro común esfuerzo por lograr la Reforma Agraria, de la que en estos días celebramos 50 años, que significó liberar a miles de familias campesinas de la estructura autoritaria establecida mediante el inquilinaje en las haciendas y latifundios del país.
Asimismo, humanistas socialistas y humanistas cristianos coincidimos en los esfuerzos para lograr que el recurso central de nuestra economía, el cobre, se convirtiera en un recurso nacional. De allí el logro continuo entre la llamada chilenización impulsada por el Presidente Frei Montalva y la nacionalización lograda por el Presidente Allende.
Nuestro encuentro en la lucha contra la dictadura cívico-militar que nos oprimió durante 17 años fue otro encuentro encomiable. No se trató de un acuerdo electoral previo al plebiscito de 1988, sino de varios años, a lo menos entre 1982 y 1989, de construcción de una voluntad de avanzar al logro de una nueva democracia para Chile.
Horas de horas, días de días de encuentros, reuniones, seminarios para forjar el elemento común que nos acerca y nos une: nuestra creencia en una sociedad más justa y solidaria. Ese acuerdo sentó las bases de la formación de una alianza política de largo plazo que le fue dando a Chile más democracia, igualdad, progreso y dignidad. Y por eso hemos luchado hasta hoy, demócratas cristianos y socialistas, contra la desigualdad social que provoca el capitalismo cuando su ejercicio no tiene límites.
La coyuntura política actual nos ha separado a socialistas y humanistas cristianos. Han primado miradas de corto plazo y lecturas de la realidad que no han sabido dimensionar la relevancia de lo que está en juego. Algunos le llaman pragmatismo a este juego de forzar los límites de las alianzas para asegurar espacios de poder. Quizá el concepto se queda corto.
Pero más allá de la coyuntura confusa, es determinante no perder de vista que la candidatura de Carolina Goic, así como la de Alejandro Guillier y de todas las opciones que buscan representar a la centro izquierda chilena conforman, en su conjunto, un dique contra el oportunismo del candidato de la Derecha, representante indiscutido de los sectores más privilegiados del país y que ahora trata de ponerse además el disfraz de candidato del centro y de las capas medias, más motivado por la búsqueda de votos que por un real afán de representación o defensa de ese amplio sector de la ciudadanía chilena.
Bienvenidos todos los candidatos de la centro izquierda a la papeleta presidencial de la primera vuelta.
Bienvenidos los gestos unitarios.
Entre todos es más posible convencer a los confundidos y desencantados.
Será la suma de todos ellos la que, en segunda vuelta, permitirá que socialistas, democratacristianos y el ancho mundo de la centroizquierda e independientes, nos reencontremos nuevamente para asegurar a las chilenas y chilenos un futuro digno de acuerdo a los principios y convicciones que compartimos.
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