El socialismo no es una etiqueta, es una construcción no capitalista de la sociedad

Los escándalos del mal uso de recursos públicos por parte de miembros del progresismo, estas últimas semanas, nos mueve a reflexionar sobre que entienden estos "cros" y "cras" con ser de izquierda. Es bueno hacer un recordatorio de cuáles son las características del socialismo hoy, los sueños a los que invita a construir y de qué modo estos pueden y deben impactar la vida de las personas y de la sociedad.

Empecemos diciendo que la mirada del socialismo, en la presente opinión, se hará desde el pensamiento de Izquierda Cristiana (IC).

Creemos que en el socialismo, elevado a su más alta expresión con la incorporación del pensamiento humanista cristiano, está el verdadero desarrollo de una sociedad humana, que este no es solo ni necesariamente un modelo económico, sino que supone la concreción de una idea, un sueño: el triunfo definitivo sobre todas las formas de esclavitud, explotación, discriminación e injusticia entre las personas, los pueblos, las comunidades y la naturaleza. Un sistema más humano, de verdadera igualdad, es decir, un sistema que busca superar la cultura del egoísmo y el consumo que parece dominar a la humanidad.

El socialismo cree fehacientemente en la soberanía popular, por lo que ninguna decisión trascendente puede ser adoptada en el país sin consultar, debatir y decidir por y con los pueblos. Democracia, transparencia, contrapeso y control popular son de la esencia de este modelo.

El socialismo necesariamente supone promover transformaciones sustanciales en los aspectos estructurales, funcionales, institucionales, jurisdiccionales y políticos, con el impacto que ello debe provocar en lo económico y social. Esto supone además la construcción de nuevas formas culturales de relaciones humanas, donde la centralidad esté puesta en las personas y su desarrollo, sin distinciones de ningún tipo y, especialmente hoy, en el respeto y cuidado de la naturaleza y la biodiversidad.

Ser socialista hoy no supone creer que todos los medios de producción deben estar en manos del Estado. Las propiedades social, estatal y privada deben saber convivir en un marco de respeto y dignificación del trabajo, como una de las principales fuentes de la riqueza y del desarrollo de todos los miembros de la comunidad.

Es parte de una economía socialista el trabajo por cuenta propia o la pequeña propiedad personal o familiar, las cooperativas en el sector agropecuario y no agropecuario y la propiedad privada en el sector productivo, con una importante precisión: siempre deberá primar el rol social de la propiedad y de los medios de producción. Nunca el trabajo puede ser una forma de alienación, ni de explotación por el capital.

Propone un modelo de sociedad y economía consistente con esos valores, que supere el modelo capitalista. No es estado de bienestar, no es social democracia, es economía solidaria y ecológica, desarrollo sustentable y a escala humana.

El socialismo debe hacer a los pueblos dueños de los destinos del país; dueños de las tierras, los bosques, las minas, las aguas. Los principales recursos del país deben dejar de estar en manos de un grupo de privilegiados para convertirse en efectivo patrimonio de los pueblos de Chile.

El socialismo debe traer las más amplias posibilidades de educación y cultura. El socialismo debe convertir el deporte en verdadero derecho. No puede estar mediatizado por los negocios, ni por el aporte privado para su desarrollo, debe ser una tarea principal del Estado su promoción, desarrollo y potenciación.

El socialismo debe fomentar enormes valores humanos y morales. Poner a las personas y las comunidades en el centro de las políticas de gobierno, generar empleos dignos, abrir posibilidades de superación, estimular el respeto al talento y a la entrega. Hacer que las personas y las instituciones sean capaces de entregarse a los ideales de un mundo más justo y libre.

El socialismo debe crear un sistema de seguridad social, que tenga un fuerte componente en la solidaridad, que proteja al campesino/a, al pescador/a, al obrero/a, al empleado/a, al jubilado/a, a la embarazada, al enfermo/a, a las familias con más necesidades y que no discrimina por la procedencia, ni el color de la piel, ni la creencia religiosa o política. La seguridad social no es un negocio que permita el lucro de privados.

El Socialismo debe hacer partícipe fundamental de la construcción social a la mujer, retribuir salarialmente igual al hombre por igual empleo, abrir oportunidades en profesiones y oficios que antes siempre le fueron vedados, convertirla en actor político, científico, cultural, deportivo y laboral de primer orden.

El socialismo cree en la libre determinación de los pueblos indígenas, apoya y respeta sus reivindicaciones históricas respecto de su tierra y sus territorios. Se suma al respeto de su cultura, sus leyes propias, su gobernanza y el ejercicio de la jurisdicción de acuerdo a sus normas, costumbres y tradiciones.

El socialismo nos debe enseñar a enfrentar el egoísmo y el individualismo excluyente y a pensar en colectivo, a actuar como comunidad de iguales, a realzar la conciencia y la cooperación entre los ciudadanos por sobre las mezquindades y las indisciplinas sociales aún presentes.

El socialismo debe ser capaz de generar prosperidad y satisfacción para nuestros pueblos, aún en los escenarios económicos más adversos. Ello supone siempre ser capaz de organizar el presupuesto nacional de modo que se garanticen los mínimos éticos para el desarrollo de la vida: alimentación, salud, educación y vivienda. Esto supone impulsar y trabajar por consolidar: la construcción de una sociedad próspera y sostenible en lo económico, social y medioambiental; comprometida con el fortalecimiento de los valores éticos, culturales y políticos forjados por las visiones humanistas cristianas y marxistas; en un país soberano, independiente y democrático.

Ser socialista supone asumir la construcción de una vía no capitalista de desarrollo, vivir y soñar de un modo opuesto a la mirada neoliberal, es consecuencia valórica y ética, nunca un maquillaje del capitalismo.

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