El voto fantasma: política tributaria

El domingo 21 de noviembre trajo sorpresas, principalmente la del voto fantasma. Este es el nombre con que se refiere a la gran votación del candidato Parisi, una votación de descontento con la política y las instituciones burocráticas del Estado.

Es una votación que asume una postura de clientes y servicios estatales, es decir, es un grupo que no observa que se les entreguen los servicios que ellos están pagando con sus impuestos. Es importante, ya que ellos se sienten golpeados cada vez que se aumentan los impuestos para mejorar los beneficios sociales. Podemos agregar al análisis que entre 2010 y 2019 los ingresos intermedios han caído proporcionalmente al aumento en los dos extremos (menores de los 1,5 millones y sobre los 6 millones)(1). Además, es una votación que corresponde a una población decepcionada por las situaciones de abusos, corrupción y/o falta de juicios en contra de los culpables.

A mi entender, se basa en un descontento general de un grupo de la clase media que no quiere pagar los gastos sociales y tampoco se siente protegido por las condiciones que le rodean. No es que no haya estado presente en elecciones anteriores, pero en esta oportunidad golpeó a las candidaturas de centroderecha y centroizquierda, logrando representantes en el Congreso.

Los programas presidenciales tienen varias propuestas tributarias, las que en su mayoría se concentran en aumentos tributarios, pero faltan ideas que conjuguen impuestos y políticas públicas. Por un lado, el programa de izquierda pretende recaudar 8 puntos del PIB y también indica cobrar impuestos a todos los que obtienen mas de un millón 500 mil pesos, obviando adversidades que también enfrentan quienes ganan estos ingresos, ya que son una población que queda sin ningún beneficio o apoyo social por parte del Estado.

Por otro lado, las candidaturas de derecha y centroderecha, aunque propusieron disminución o devolución de impuestos, se enfocaron en devoluciones de impuestos que nuevamente dejan afuera de los beneficios a estos votantes. Además, este grupo muchas veces trabaja por un sueldo fijo e identifica en el costo de alimentos un IVA como su peor enemigo al momento de crisis.

Finalmente, podemos concluir que no son un voto fantasma, es más bien un voto ignorado por las políticas públicas y en especial por aquellos que ignoran que el estallido social no se debe a un sólo sector descontento, sino a varios grupos sociales que no ven solución a sus problemas.

(1) Borges, H. (2021). Radiografía de los ingresos tributarios de los impuestos personales (2010 al 2019). Observatorio Económico, (156), 2-5

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