Juguemos por Chile

En el centro del debate nacional se instaló la reforma tributaria.Este es un tema impostergable.Requiere una respuesta mirando el futuro.

Hay dos polos en la discusión.

Uno es el inmovilismo absoluto. No tocar nada, no hacer nada, porque todo marcha sobre ruedas, es el punto de vista del autoengaño, la comodidad y la autocomplacencia que ignora los riesgos de la desigualdad, económica y social, que tensiona severamente a Chile.

Esta actitud esconde el populismo autoritario, esto es la idea que con asistencialismo, repartiendo cajas de alimentos y entregando servicios sociales baratos, pero sin ninguna calidad, las familias podrán salir adelante.

El otro voluntarismo cree que todo se puede hacer al mismo tiempo, desprecia el crecimiento y la necesidad de políticas que promuevan el empleo, asegurando una estrategia de desarrollo a largo plazo, que integre los esfuerzos del Estado y el mercado. Esta idea de minimizar el desafío económico dificulta alcanzar el objetivo esencial que no es otro que reducir la desigualdad.

Sin embargo, el debate indica que el riesgo hoy es el populismo autoritario, que eleva la retórica y para cruzarse en el camino de la reforma tributaria asume un discurso que desestimula la inversión y, en consecuencia, daña el interés nacional.

Ese no es el camino. No se avanza pretendiendo que baje el crecimiento para demostrar que los vaticinios formulados con fines de campaña electoral eran los acertados.

La lógica de quienes se sienten afectados, debiese ser mirar el largo plazo, si así se hace, se valorará de inmediato el enorme potencial que tiene Chile como país que, sin embargo, debe resolver un escollo fundamental: la distancia y la desafección que desgastan la legitimidad del sistema político y lo debilitan.

La idea que se ha entronizado es la de una elite distante e insensible a la que todo le da igual, para seguir usufructuando de los privilegios que otorgan las posiciones de poder, deteriora profundamente la propia legitimidad de la convivencia en democracia .

Esa es la razón esencial de la reforma tributaria. El fortalecimiento de la estabilidad democrática para afianzar la paz social que ha impulsado el Progreso de Chile, por casi un cuarto de siglo.

Por ello, ahora que pronto comienza el mundial de fútbol, juguemos por Chile y saquemos, como país, esta reforma adelante.

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