La ensoñación de Piñera

El 29 de enero recién pasado, en la Enade, el gobernante junto con auto halagarse intentó dar la pauta a los futuros constituyentes, los que una vez realizado el Plebiscito del 26 de abril, tendrán la responsabilidad de elaborar una nueva Constitución, nacida en democracia. Ese nuevo paso de avance será en octubre, junto a los comicios en municipios y gobiernos regionales.

En los últimos meses el ejercicio de la ciudadanía en Chile creció en millones de personas que haciendo uso de sus derechos y libertades democráticas, elegirá quién la represente en la tarea constitucional, pautas y guiones de conducta son simplemente un añejo y ofensivo paternalismo autoritario. Piñera olvida que la democracia bajo tutela quedó en desuso.

Ante el deterioro que lo afecta al salir de control la crisis social que marca la situación nacional, en especial, la pérdida del orden público, el gobernante intenta una estrategia mediática para instalar la imagen que se inspiró “en la soledad del poder”, pero en la práctica, reconoce la crisis de su propio gobierno al decir que en lugar de usar la fuerza se inclinó por la paz. O sea, sin falsa modestia, se define él mismo como preclaro estadista. Por pretensiones no se queda.

Sin embargo, la realidad no es lo que Piñera imagina de si mismo, el problema es el desgobierno sin precedentes, un gabinete que no responde, la represión sin control y las sombrías perspectivas socioeconómicas que ya han generado despidos masivos. En rigor, al dar una versión que abiertamente lo favorece, Piñera actúa como tantos jerarcas que acomodan el curso de los hechos a su visión personalista. Vive de una ensoñación.

El gobernante no registra en sus intervenciones el incremento a diario de las víctimas, de los jóvenes asesinados y de la masiva violacion de los Derechos Humanos, según la Fiscalía son 5.558 las personas que denuncian abusos, vejámenes, mutilaciones que son ignoradas en el discurso oficialista.

Así también, omite deliberadamente que declaró el Estado de Emergencia constitucional para llevar a cabo su “guerra” contra el movimiento social que protestó en todo Chile, desde el 18 de octubre en adelante.

Esa estrategia de confrontación se desplomó totalmente, no tuvo ningún apoyo y la masiva protesta ciudadana no se detuvo. El pueblo de Chile no tuvo miedo a la guerra de Piñera y le dobló la mano. Esa es la verdad histórica y no la metamorfosis imposible de su retórica.

Ahora bien, el Plebiscito del 26 de abril está cada vez más cerca y debe haber una clara mayoría por la opción Apruebo para que el proceso constituyente siga adelante. El rechazo que pretende la ultraderecha eterniza la Constitución neoliberal. Por eso, no hay quedarse en casa. Hay que ir a votar por el Apruebo. Las distintas opciones significan diferente destino para Chile.

Piñera, ya dijo el 2018, teoría semejante. Con ocasión del 30 Aniversario del triunfo del NO en 1988, en su discurso en La Moneda, llego al extremo de argumentar la idea que el SI y el NO llevaban a la democracia, tanto si se imponía Pinochet como si los demócratas conseguían la victoria. En esa ocasión, quiso decir cuadrar el círculo y agradeció a todos por igual, víctimas y victimarios. Una contorsión semejante no podía sino caer en el vacío.

Ahora ante un auditorio gustoso de oír hablar sobre orden público, el gobernante alabó a Carabineros en medio de la conmoción pública por un nuevo fallecido como resultado de una violencia policial desmedida, la que ya parece intencional y planificada. Como pueden ocurrir tantas veces, similares casos de atropellos ???

Sobre la violencia del Estado sólo silencio. El viernes se reunió el gabinete en publicitada sesión en La Moneda, entre ellos, loas y aplausos por doquier. De las víctimas y del dolor de las familias, de las personas mutiladas y agredidas, de las denuncias por abusos y violaciones sexuales, de los miles de detenidos en forma arbitraria no hubo palabra.

Al drama del trauma que provoca la muerte y de la violencia estatal que ocasionó una ceguera de por vida, se suma la confrontación institucionalizada que derrumbó el respeto a los Derechos Humanos. Esa es la tragedia de Chile.

El gobierno obligado por el Informe de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, el viernes en la noche, señaló algunos buenos deseos, a regañadientes, que además no se cumplen. Que el mismo gobierno no tiene el propósito de cumplir.

Fuera de lo que ocurre en el país, Piñera desconoce la sistemática y reiterada violación de los Derechos Humanos. Las víctimas no ingresan en su raciocinio, son desconocidas sistemáticamente; por eso, la represión en las calles hace lo que quiere.

Decir que Apruebo y Rechazo apuntan a lo mismo, es falso de falsedad absoluta. No se realizarán reformas estructurales a través de la Constitución del 80, así está demostrado. El pueblo que se movilizó desde el 18 de octubre en adelante debe saber valorar la importancia decisiva de su voto en el Plebiscito del 26 de abril, una actitud de indiferencia es fatal.

La movilización social que exige reformas profundas requiere ser además una fuerza electoral que se ejerce personalmente en las urnas. Sin ir a votar no hay mayoría electoral y gana la minoría. Nadie puede quedarse en su casa. Tan claro y definitivo como eso.

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