La nueva forma de gobernar

La nueva forma de gobernar, eso fue lo que durante toda una campaña se le prometió al país.

Se le comunicó a la ciudadanía que los tiempos que venían permitirían terminar con los temas pendientes de la concertación, que viviríamos en un país más seguro, con mayores posibilidades para todos, con una coalición gobernante más unida y ordenada detrás del Presidente, con un estilo presidencial de mayor decisión y autoridad sobre las definiciones a tomar, en definitiva los nuevos gobernantes llegaban para cambiar el rostro a Chile.

Esa pretensión se vio reflejada en la famosa frase del Presidente de la República, cuando en forma soberbia y ausente de todo contenido se permitió decir: “en veinte días hemos hecho más que en veinte años”.

Las señales de que estamos frente a un muy mal gobierno y que gran parte de los compromisos adquiridos, hace ya casi dos años, solo quedaran en buenas intenciones que no se cumplirán son cada vez más evidentes.

Esta, no es una afirmación antojadiza, se basa en lo que el país ha visto en este tiempo en que nada ha pasado con los grandes cambios que se anunciaron.

La lentitud en el tema de la reconstrucción donde está presente aún el drama de miles de familias, la incapacidad demostrada para ejecutar los presupuestos asignados en los niveles sectoriales y regionales con el daño que eso significa en la postergación de muchos proyectos que benefician a millones de chilenos, la lucha contra la delincuencia es algo que día a día se va perdiendo y todos los indicadores de victimización, denuncias y temor durante el año 2011 han ido subiendo.

Se suma, la dramática situación que viven miles de pobladores al ser verdaderos prisioneros de los carteles de la droga que se mueven en sus calles, las políticas desarrolladas en salud que no han sido una respuesta eficiente para los beneficiarios del sistema público y por el contrario han permitido altas rentabilidades a los operadores privados.

La lista podría continuar para manifestar la preocupación por la mala gestión de un gobierno que está demostrando no tener todas las aptitudes para desarrollar una buena labor.

Cabe destacar por incomprensible que resulte que en este período la derecha puede mostrar solo dos grandes logros en el plano social, la eliminación gradual del 7% y el post-natal.

Dos grandes logros que solo fueron posible en una verdadera dimensión de contenido social, gracias al aporte fundamental de la oposición, a la cual tanto se critica.

La mejor señal de esta ausencia es comprobar que los ministros que reciben el reconocimiento de la gente son aquellos que han demostrado sus capacidades para enfrentar dos lamentables accidentes que conmocionaron a la ciudadanía, y no así quienes tienen a su cargo labores sociales o políticas.

Pero la verdad que si bien el tema es preocupante porque un mal gobierno le hace daño a Chile, más preocupante es aun ver la poca visión de futuro que el ejecutivo aplica en su forma de gobernar.

Esa dimensión no ha estado presente en este gobierno, su mirada de corto plazo se ha expresado en forma patética en el conflicto estudiantil y en forma irresponsable en el proyecto de presupuesto del año 2012.

En el primer caso hemos visto un gobierno más preocupado de ganar pequeñas escaramuzas frente al movimiento estudiantil que avanzar con decisión en la solución de un problema que compromete el futuro de Chile.

Quien analice en forma serena las diversas acciones del gobierno, desde el inicio de este conflicto, no puede dejar de sorprenderse ante un accionar tan lamentable.

La permanente actitud de evitar el diálogo y el rechazo a discutir los temas estructurales de fondo del sistema, hasta la provocativa presentación de un proyecto de ley tan discutible como el de la criminalización de las tomas, en medio de un momento que requería de acciones serenas para lograr un clima de mayor confianza, son la mejor muestra de la ineptitud para enfrentar estos desafiantes momentos.

En el segundo caso vemos a un gobierno que asume sus compromisos de financiamiento con una mirada en el corto plazo.

Pretender financiar reformas permanentes con ingresos transitorios es la mayor expresión de irresponsabilidad hasta en la más elemental economía de un hogar.

Todos sabemos que esta decisión responde a no querer asumir con seriedad y de una vez el gran tema de la estructura tributaria del país que permita analizar y definir con una visión de Estado los desafíos de Chile para las próximas décadas y su necesario respaldo económico.

Esta actitud de no abordar con una mirada de largo plazo la acción de gobernar es algo que debería comenzar a preocuparnos seriamente, ya que puede significar consecuencias muy lamentables para el país.

Cuidado que esta nueva forma de gobernar puede hacernos retroceder frente a los avances que este país logro en los veinte años anteriores.

Es la hora que la oposición asuma su rol desde el congreso para asegurar lo conquistado y evitar el desastre de un gobierno que no dio el ancho.

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