En la LII Jornada Mundial de la Paz, el 1 de enero de 2019, el papa Francisco proclamó "la buena política está al servicio de la paz". Citando a Pablo VI, nos recuerda que "tomar en serio la política en sus diversos niveles -local, regional, nacional y mundial- es afirmar el deber de cada persona, de toda persona, de conocer cuál es el contenido y el valor de la opción que se le presenta y según la cual se busca realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la humanidad".
Así, la política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, pero cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción. Ciertamente, el debate público nos sugiere, de manera alarmante, que estamos alcanzando ese umbral que conduce "a la destrucción de la democracia".
Algunos ejemplos de estos días recientes confirman esta afirmación:
En toda democracia, el rol de los medios de comunicación es de la mayor importancia para, como señala el papa Francisco, contribuir para que cada persona, para que toda persona, "pueda conocer cuál es el contenido y el valor de la opción que se le presenta y según la cual se busca realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la humanidad".
Pues bien, se puede advertir, sólo con revisar la mayor parte de medios de comunicación del país, que todos los actores señalados en la enumeración anterior son invitados permanentes para referirse a la crisis de seguridad que estamos viviendo -¡pero que no viene obviamente de un año atrás!- para concluir, incluso en aquellos que se dicen medios "independientes de verdad", atacando y ridiculizando la figura del Presidente Boric. Ellos, de manera irresponsable, son cómplices activos de esta traición a la verdadera política. Están desinformando y manipulando la conciencia de chilenas y chilenos que creen, ingenuamente, que están siendo "informados".
Seamos claros, desde la derrota del proyecto constitucional presentado el 4 de septiembre del año pasado, ellos se creen representantes del 62% y trabajan desde ese día para reagrupar las fuerzas conservadoras que se oponen a los cambios profundos que nuestra sociedad necesita para alcanzar la justicia social. Como han logrado un Congreso Nacional que está claramente dividido y, dependiendo de las situaciones, en un verdadero empate, trabajan para rechazar toda propuesta del gobierno que implique cambios de fondo a la situación presente, por ejemplo, en lo tributario, en lo previsional y en la salud.
En ese empeño, no es novedad, conociendo el comportamiento de la derecha en el pasado, tanto en Chile, como en otros países, que se cree una opinión pública, utilizando el temor ciudadano ante las nuevas formas de delincuencia instaladas en el país desde ya varios años como el narcotráfico, el sicariato y el crimen organizado, en que actúan a coro estos políticos del populismo y la coyuntura con los medios de comunicación y organizaciones gremiales y empresariales (recuérdese cuando se recibió al Presidente Boric interpretando el himno de Carabineros) para responsabilizar al gobierno actual por la situación presente.
Curiosamente, parece que el responsable de los protocolos y la eficacia de los procedimientos policiales fuera el gobierno y no los altos mandos de Carabineros o la Policía de Investigaciones. Hasta ahora no se ha escuchado de ninguna autoridad de esos cuerpos policiales poner su cargo a disposición o la menor autocrítica respecto de las situaciones en que sus funcionarios han quedado expuestos y a merced de sus asesinos. Más aún, cuando además se ha reconocido que "se cuenta con el pleno respaldo y apoyo del actual gobierno".
Por supuesto que dar una respuesta integral al tema de la seguridad requiere de una política de Estado y que, el llamado del Presidente a la unidad en este tema sea acogido sin condiciones. Debiera ser nuestra contribución para solidarizar de verdad con los familiares de civiles y uniformados asesinados en el último tiempo.
Los humanistas cristianos que militamos, en este país, mayoritariamente en la Democracia Cristiana, y que en este periodo de crisis partidaria nos quedamos para que ella recupere su identidad de ser una fuerza progresista, vanguardia de los cambios, creíble para chilenas y chilenos, tenemos la obligación de denunciar "la traición a la buena política" y de promover un debate de altura que se desmarque de la actitud agresiva de "una derecha cada vez más sediciosa, y cada vez menos responsable con la democracia".
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