La prioridad de quien gobierna, debe ser proteger y salvar vidas

La salida del ex ministro de Salud Jaime Mañalich de su cartera, debe significar en lo inmediato un profundo cambio en la estrategia de contagio progresivo y que este mismo ex ministro, señaló en la antesala de su salida, que esta forma de combatir la pandemia por COVID-19, había fracasado.

Hoy, la prioridad de quien gobierna, debe ser proteger y salvar vidas, aunque eso determine un mayor sufrimiento para nuestra economía. No podemos seguir permitiéndonos que más ciudadanos fallezcan a causa de esta enfermedad y tampoco mantener una estrategia que no ha dado resultado.

El Colegio Médico, Sociedades Médicas y la comunidad de científicos y expertos de las más diversas áreas del conocimiento y la investigación, han señalado que debemos seguir profundizando las medidas de restricción, pero éstas no pueden ser implementadas si no hay medidas sociales y económicas de por medio que aseguren que el confinamiento será efectivo y capaz de “aplastar la curva”, sobre todo en aquellos territorios donde la capacidad hospitalaria está claramente colapsada.

Este recambio en el equipo no puede desacoplarse del urgente cambio de rumbo que se requiere en la conducción de esta emergencia sanitaria, con medidas sociales integrales, que haga que, de una vez por todas, entre todas y todos podamos controlar esta difícil situación que tiene a nuestra nación en un estado de crisis de una magnitud nunca antes vista y cuyos efectos aún no somos capaces de imaginar.

El pasado sábado, tuve la oportunidad de participar en una reunión con representantes de un grupo de 40 científicos y expertos de las más diversas disciplinas.

La información allí compartida fue enriquecedora y clarificadora, en un momento en que la dirección clara y el conocimiento son esenciales para corregir el rumbo y la forma de hacer las cosas que hasta ahora hemos seguido, donde la falta de transparencia y opacidad de la información no han ayudado en la definición urgente de cambio de estrategia y de desarrollo de inteligencia de una comunidad informada correctamente.

No basta con buenas intenciones y voluntad, es prioritario que las decisiones políticas estén basadas en el conocimiento, la ciencia y la evidencia empírica.

La información elaborada por este grupo de destacados expertos ha sido entregada pero no recibida por el gobierno, me consta que no solo han advertido, sino que además han sido proactivos en su esfuerzo por querer colaborar con propuestas que el Ejecutivo incluso ha desautorizado, y que el tiempo ha terminado por confirmar, de manera trágica y con un alto costo en vidas de nuestros compatriotas o personas residentes en Chile.

No basta con el discurso de buenas intenciones y repetir que la situación es trágica, se requieren acciones concretas que no pasan por solo una señal política al cambiar a un ministro, es prioritario que las decisiones políticas estén basadas en el conocimiento, la ciencia y la evidencia empírica.

Es fundamental que existan cambios ahora y reemplazar una estrategia que durante las próximas semanas, a cada minuto nos recordará desde el sufrimiento y el dolor de miles de familias, el efecto de erradas decisiones del gobierno, y que supera con creces la sola responsabilidad de un ministro. Una tragedia que quedará en las páginas más tristes de la historia de millones de personas y de la política chilena.

Hoy se requiere que el Presidente Piñera asuma el rol y responsabilidad que le confiere la constitución. Aún podemos actuar en consecuencia y salvar miles de vidas. Nuestro pueblo ve con angustia un Estado ausente.

Se requiere hoy y no mañana, que convoque al Congreso de la Nación, como Poder del Estado, para que, en colaboración conjunta, se construya una estrategia nueva que, poniendo a las personas en el centro, busque cortar el contagio y establecer las medidas sociales para que ello sea posible.

Donde el hospital y los ventiladores se transformen en la última línea de defensa, donde solo accedan quienes, a pesar de todos los esfuerzos, sea inevitable que así ocurra, y permitir de esa manera que nuestro personal de salud pueda dedicar sus mejores esfuerzos a cuidar a nuestra comunidad más frágil y no a decidir a quién salva y a quién no. El Estado no puede someter a las personas ni al personal de salud a enfrentar esa disyuntiva.

El Presidente de la República, cuenta con mi apoyo incondicional si coincide con estos aspectos básicos y elementales. No espere de mí unión sobre la base de estrategias que pongan en riesgo a nuestros ciudadanos al forzarlos a decidir entre salud o sustento, es decir, entre no contagiarse o alimentarse.

Si es así, me comprometo ante el país que, a pesar de nuestras diferencias, tendrá en mí a su principal aliada, pero si ello no ocurre, con la misma claridad le señalo que me transformaré en su principal opositora, pues hoy y mañana no hay otra prioridad que proteger y salvar vidas, eso es lo único que hay en la balanza, ya que la economía finalmente se recupera, no así una vida, pues la economía es un medio y no un fin, las personas somos más que un número.

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