La renuncia del ministro Jackson es una decisión dolorosa, pero necesaria. Es dolorosa porque es de público conocimiento la cercanía que tiene con el Presidente Boric y su importancia en el Frente Amplio, pero necesaria porque su permanencia se había convertido en una excusa para bloquear la agenda del gobierno.
Más allá de las múltiples acusaciones de las cuales ha sido objeto, tanto como ministro de Estado y también como parlamentario, se puede decir que Giorgio Jackson ha sido uno de los políticos más destacados de su generación. En una trayectoria breve, ha sido capaz de alcanzar objetivos políticos que para la mayoría toma décadas. No es poca cosa haber formado un partido político y haber sido una pieza principal para que su coalición política llegara tan rápidamente a La Moneda. Con todo, Jackson es un político hábil.
También resulta sorprendente la persecución de la cual ha sido objeto. La verdad es que no se recuerda a otro dirigente al que se haya sometido, con tanta persistencia y encono, a una persecución política de parte de sus adversarios y, también, de políticos de su propio sector. Si quisiéramos explicar esta situación no es tan alejado sostener que Giorgio Jackson encaja a la perfección con esa descripción de Maquiavelo respecto de ser "un político amado o bien temido (u odiado)", sin intermedios.
Respecto de los hechos que ocasionaron esta renuncia, existen distintos tipos de responsabilidad. Algunas son de carácter administrativa que dependen del juicio de la Contraloría General de la República, otras son penales según la ponderación que realicen los Tribunales de Justicia y otras son de orden político. Con esta decisión, el exministro está asumiendo, en plenitud, su responsabilidad política.
Por distintas razones y consideraciones, Giorgio Jackson había caído en una suerte de interdicción política. Desde esta perspectiva, incluso los partidos de gobierno ya indicaban sus reparos a su permanencia en el gabinete. Por lo pronto, descontando a la oposición, las principales críticas a la gestión y al rol del exministro vinieron más bien de la bancada de senadores socialistas. Por cierto, hay que señalar que pagó un precio alto por su falta de cercanía y de complicidad con otros dirigentes políticos de su sector y también de la oposición. Moraleja de esto, en la política, a veces, no es suficiente el talento.
Sobre la renuncia misma al gabinete, se puede decir que es un gesto político que detiene el juego. Es de esos momentos donde se provoca una pausa en el camino para tomar aire y propicia un espacio para retomar una conversación más racional entre los actores políticos.
Probablemente esta renuncia no se trate de un tema de justicia, sino más bien sobre qué es lo mejor para que el Gobierno salga del marasmo político provocado por el caso convenios.
En ciertos periodos la política tiene estos incordios que son difíciles de abordar. Pero este gesto de uno de los principales dirigentes del Frente Amplio puede significar una ocasión apropiada para retomar la agenda del gobierno. A su vez, la oposición política no podrá seguir excusándose para no abordar los temas urgentes como pensiones, salud y el pacto fiscal. De alguna manera, significa una ventana de diálogo para todos.
La política siempre ofrece nuevos comienzos. Si la oposición manifiesta una real voluntad de acuerdo y el Gobierno sabe mover las piezas, esta renuncia (o sacrificio) puede ser una oportunidad para un nuevo comienzo.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado