La titularidad sindical y el desprecio intelectualoide

La titularidad sindical, el llamado corazón de una  reforma laboral mínima y necesaria, ha transitado de tener un carácter técnico legal a convertirse en un eje político importante en  un proceso de recuperación del poder sindical, impulsado por la Central Unitaria de Trabajadores. Dicho elemento  cobra mayor relevancia frente al anuncio de la Presidenta Bachelet sobre el envío de  una reforma  que modifica el artículo 19  de la actual constitución dictatorial.

En este contexto, se han expresado diversas opiniones desde las organizaciones sindicales sobre la valoración  de los avances que puede significar la titularidad sindical, entendida ésta como un paso adelante para consolidar al sindicato como espacio de mediación democrática que, a través de la negociación colectiva, actué como agente redistributivo de la riqueza.

No ha estado ausente de este intercambio el “mundo académico”, que como toda elite mira desde las alturas o desde las aulas la acción política de los sindicatos, muchas veces como si éstos fueran parte de un objeto de investigación ahistórico, obviando su rol fundamental en la construcción de los avances económicos, sociales y culturales de la clase trabajadora en Chile.

Atendiendo lo anterior, resulta inaceptable para el movimiento sindical organizado las palabras que emite el “académico” José Luis Ugarte, respecto de una supuesta ilusión que significaría la titularidad sindical para el avance en los derechos de los trabajadores, y su “tesis” sobre la posición oficialista de la presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores.

Este académico, que actúa a ratos como una suerte de intelectual orgánico de aquellos que con posturas maximalistas buscan la fragmentación del movimiento sindical, no transparenta su afamado curriculum que cuenta entre sus “logros” el cargo de asesor del ministerio del Trabajo en algunos gobiernos de la Concertación, los mismos que mantuvieron el estatus quo en materia de derechos laborales y no contribuyeron en un ápice a fortalecer al sindicato como sujeto principal  de la acción colectiva frente al empleador.

Lo que debe entender dicho intelectual, es que la labor sindical no es una actividad recreacional, es por sobre todo una historia de lucha,  de sacrificio por avanzar en derechos, no para quienes desde sus cómodas tribunas realizan ejercicio de opinología política, sino para quienes deciden organizarse, fijar una estrategia y luchar por los trabajadores y por el futuro de nuestro país.

Nos podrán acusar de que vamos lento, de cometer errores, pero no de doblegarnos frente a ningún gobierno, pues esa relación la entendemos como parte del efectivo diálogo y la necesaria movilización social.

No expíe sus culpas con los trabajadores, cada uno se hará cargo desde el lugar donde defiende sus convicciones. Usted, señor Ugarte, decidió hacerlo asesorando gobiernos neoliberales, nosotros decidimos hacerlo con organización y desde la calle.

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