El grupo ultraconservador español Vox reúne en España a la jefatura la ultraderecha mundial, entre ellos el lenguaraz Javier Milei, actual presidente de Argentina, y su incondicional fan, el exdiputado chileno J.A. Kast. El hecho es novedoso, la ultraderecha tiene por costumbre fingir un férreo nacionalismo, tan falso como su retórica libertaria, pero ahora se sienten fuertes y que pueden decir y reconocer lo que antes ocultaban, que son una tendencia política de carácter internacional con el objetivo de provocar en el mundo una regresión histórica, echar abajo los derechos laborales, liquidar los derechos reproductivos de la mujer, abolir las políticas públicas que signifiquen justicia social e igualdad de género.
Se trata de una cruzada reaccionaria para retrotraer la civilización humana a la época medieval, es un fanatismo exacerbado y un sádico dogmatismo al que no le importan los costos sociales y espirituales que provocan sus decisiones políticas, como en Argentina donde la política de shock ha provocado un desempleo incontrolable y una contracción productiva que arrojó en cosa de semanas la mitad de la población a una situación de pobreza sin precedentes. De todo ello, estos fanáticos están orgullosos.
La ultraderecha no tiene patria, posee un dogma y pretende imponerlo como la nueva verdad sin que les importe las consecuencias, también, intentan con su retórica populista propia de liderazgos irracionales que se les rinda culto, por eso, aparece el grupo de dogmáticos que mientras acumulan kilómetros en sus cartolas se auto proclaman como los nuevos profetas.
La regresión ultraconservadora es el mayor peligro para los derechos fundamentales y las libertades esenciales que caracterizan la evolución humana, bajo la falsedad de su demagogia seudo libertaria, pretenden imponer sus dogmas a costa del régimen democrático. Una vez que detentan el poder, el que no se somete a su locura libre mercantilista sufre las consecuencias.
En esta cruzada irracional el papel del gobernante argentino es deplorable, está socavando las relaciones de buena vecindad con Chile, ayudado por Kast, su incondicional acompañante, el que ataca bajo su auspicio, artera y cobardemente al Presidente de Chile, se confirma que la ultraderecha no tiene patria, se hace parte del interés extranjero.
Ahora que su fanatismo, soberbia y agresividad han hecho que la ultraderecha se reconozca sin alma ni fronteras nacionales, su propuesta antidemocrática, profundamente autoritaria, está al desnudo. La defensa de la dignidad del ser humano y el valor primordial de la justicia social como base de la comunidad humana, agrupada por las normas de un Estado de derecho democrático, son irrenunciables. La ultraderecha no podrá aplastarlos ni suprimirlos.
Con ese propósito es aún mayor la necesidad de amplios bloques sociales y políticos de carácter nacional, hay que profundizar y afianzar una propuesta para Chile, nuestras ideas expresan la universalidad cultural de la humanidad, pero el proyecto político que nos une tiene como propósito la nación chilena, su progreso y bienestar como parte de la civilización humana.
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