Las redes sociales y el secuestro de la democracia
Pasada la justa y necesaria celebración por el resultado del plebiscito, se da por inaugurada ya, la contienda por la conformación de la Convención. Existe una lectura transversal de que más allá de los resultados para el Apruebo o el Rechazo, el domingo pasado ganó la democracia. Cómo no pensarlo, si se subió el nivel de participación histórica en medio del terror de la pandemia.
Ya es hora de pensar en lo que se viene, y los últimos acontecimientos internacionales nos invitan a estar en guardia, más aún, a tomar la iniciativa para que independiente de cómo se conforme la Convención Constitucional, la democracia siga ganando. Es urgente proteger el proceso que se avecina de las amenazas cibernéticas que están causando estragos en nuestro continente, que han llevado al investigador español Julián Macías Tovar, a hablar de un Plan Cóndor 2.0.
Fue conocido el uso malicioso que se hizo de las redes sociales en las elecciones de Brasil, que dieron como ganador a su actual Presidente Jair Bolsonaro, por lo que incluso presentamos un Proyecto de Ley que castiga fuertemente el uso político de las paparruchas (Fake News, en inglés). De la misma forma, que el bullado caso de Cambridge Analytica que se ha ganado un par de películas y varios documentales, conmocionó al mundo al intervenir en las elecciones de la primera potencia occidental y posicionar a Donald Trump como su Presidente.
Pero las recientes revelaciones de Macías Tovar, director del Observatorio sobre Desinformación Digital, nos demuestran que la intervención digital de los procesos electorales está lejos de acabar y que si no hacemos algo por detenerla, puede herir de muerte a nuestros sistemas electorales.
El nuevo caso paradigmático pasó a ser el golpe de Estado en Bolivia contra Evo Morales y la orquestación comunicacional dirigida por la empresa CLS Strategies, en cuyos cargos directivos se encuentran ex funcionarios de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y de la Organización de Estados Americanos (OEA).
El mes del golpe de Estado, revela Macías Tovar, CLS Strategies firmó un contrato con las facciones golpistas. En un mes las cuentas de twitter aumentaron en más de un 100% a nivel nacional: “todas las figuras que participaron del golpe, como Jeanine Añes, Fernando Camacho, Marco Pumari, Oscar Ortiz, multiplicaron sus seguidores al mismo tiempo. Pumari, por ejemplo, tenía una cuenta con treinta y ocho seguidores y en dos semanas pasó a más de 100.000; lo mismo ocurrió con Tuto Quiroga, Carlos Valverde... todos crecieron en cien mil seguidores”.
El 23 de octubre, el mismo director del Observatorio sobre Desinformación Digital, en entrevista con el académico español Juan Carlos Monedero, en torno a la victoria de Arce en Bolivia, evidenció que el alza del MAS, partido del actual presidente electo y del presidente derrocado Evo Morales, tuvo una estrecha relación con otro hecho, y es que un mes antes de las elecciones fueron clausuradas las cuentas de CLS Strategies en una redada contra perfiles falsos.
El resultado de la redada digital para la derecha boliviana fue que el principal candidato opositor, Carlos Mesa, pasó de tener 250 mil tweets de apoyo (en su mayoría los mensajes de apoyo eran también mensajes de odio, cargados de racismo e información falsa) a solo 2 mil. El porcentaje real de apoyo en redes, sin bots, era el 0,008 de lo que se publicitaba. Consecuencia: el MAS creció como espuma, hasta llegar al 55% de las preferencias electorales.
No estamos ante un caso aislado, CLS Strategies es la casa matriz de lo que fue Cambridge Analytica, que entre otras fechorías carga con la victoria de Macri en Argentina, y se ha visto involucrada en el fraude de Peña Nieto en 2012 y del golpe en Honduras en 2009.
Chile avanza, no sin dolor, no sin contradicciones, en el fortalecimiento de la democracia mediante la ampliación progresiva de la participación. Octubre es el mes de la ciber seguridad y no estaría mal blindar a nuestra democracia y fortalecer nuestra soberanía digital, ante intereses transnacionales que utilizan maliciosamente las redes sociales para causar desestabilidad y beneficiar los negocios de pocos.
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