Durante el último tiempo se han ofrecido distintas interpretaciones sobre los oscilantes resultados de nuestros procesos electorales. En muy pocos meses hemos pasado de una convención de izquierda a un consejo de derecha y de categóricos triunfos frente amplistas a contundentes victorias republicanas. ¿Qué está pasando? Aunque algunos argumentos puedan pecar de sobre ideologizados, la gran mayoría de los insumos aportan elementos interesantes al debate. Sin embargo, en ese mismo contexto, llama especialmente la atención que, una vez más, se subestime el impacto del espacio.
Para ilustrar este último punto, podemos tomar las fallidas propuestas constitucionales como ejemplo. Aunque en ciertas zonas se apreció en los plebiscitos de salida un mayor peso de la ideología -como en La Araucanía, El Maule y zonas del norte con crisis migratoria-, ya es bien sabido que en la gran mayoría de comunas existió un triunfo del Rechazo (aquel 2022) y del En Contra (este 2023). Lo que no siempre se advierte, sin embargo, es la relevancia de este punto. En 110 comunas -casi un tercio de la totalidad del país- las votaciones contrarias a los dos procesos constitucionales no variaron en más de un 11%. Y allí, en ese contexto, los clivajes tradicionales con los cuales solemos leer los resultados electorales no aportan información suficiente como para construir una interpretación plausible. Por lo mismo reina la perplejidad y la confusión.
Pero esta situación no es un patrimonio de Chile y, por lo mismo, en distintas latitudes se ha advertido que es esencial considerar los contextos locales a la hora de explicar los fenómenos electorales. Los triunfos de Trump, del Brexit y de diversos proyectos nacionalistas en Europa han sido analizados en función de la existencia de "lugares dejados atrás", en donde sus habitantes acumulan sentimientos de frustración, rabia e impotencia. En la visión de distintos autores, allí nacerían los bastiones de proyectos populistas y narrativas anti-establishment.
¿Es posible que algo similar esté pasando en Chile? ¿Será que contamos con lugares abandonados, en donde sus habitantes acumulan estas sensaciones negativas? En un reciente estudio mostramos que sí.
Utilizando 3.300 casos levantados junto a IPSOS y Datavoz-Statcom en la región de Valparaíso (bien podría ser la Metropolitana, El Maule o Los Lagos) revelamos que quienes habitan fuera del centro político fueron más propensos a sentir emocionalidades negativas frente a ambos procesos constitucionales, tanto el liderado por el bloque de izquierda como el liderado por el bloque de derecha. La situación no es menor, pues de todos los elementos considerados en los análisis, la única variable que permaneció constante en signo, magnitud y significancia fue la territorial.
Es evidente que este no es el único motivo que explica lo sucedido en nuestros últimos procesos electorales, pero llama la atención que sea un asunto más bien inadvertido en la opinión pública. Si coincidimos en parte del diagnóstico, podremos encontrar diversas formas para enfrentar nuestro problema. A continuación, solo un ejemplo.
Durante este segundo proceso constituyente, P!ensa y la Universidad Estatal de Ohio -esta vez con el apoyo técnico de la empresa Feedback- realizaron un experimento en donde cerca de 3.500 ciudadanos de todo Chile participaron de instancias deliberativas junto a convencionales constituyentes de ambos sectores políticos. El experimento, que también contó con un grupo de control de 10.000 ciudadanos, se basaba en la aleatoriedad, inclusión y la deliberación. La dinámica estaba diseñada para incentivar el diálogo y la interpelación cordial entre ciudadanos y representantes. ¿Cuáles fueron los resultados? Un aumento en los indicadores democráticos -emociones, confianza, interés y otras varias actitudes- en los participantes, incluyendo particularmente a quienes habitaban zonas marginadas.
En resumen, es necesario detenernos y escuchar con altura de miras los diagnósticos realizados a la fecha, pero sin seguir subestimando el contexto de cada barrio, ciudad y región. Allí, de seguro, encontraremos muchas claves para comprender lo que está pasando. En Chile parecen existir lugares abandonados, con vecinos acumulando sensaciones y emociones nocivas para nuestra democracia. La buena noticia es que existen herramientas para hacernos cargo de esta realidad, las cuales deben ser promovidas más pronto que tarde.
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