La semana pasada recibimos una gran noticia: Un nuevo informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), sobre integridad y lucha contra la corrupción, destacó la Estrategia Nacional de Integridad y nuestras medidas anticorrupción, posicionando a Chile por sobre el promedio OCDE en las áreas evaluadas.
Contar con mediciones objetivas sobre cómo enfrentar la corrupción es crucial para identificar brechas y asegurar una acción eficaz, de ahí la importancia del informe "Integrity Outlook", que por primera vez se basa en datos objetivos en torno a indicadores de integridad construidos por recomendaciones de la OCDE, que miden tanto el marco institucional o legal de los países, como la implementación de tales regulaciones.
Este reporte constituye un aporte en las mediciones sobre el combate contra la corrupción y nos entrega resultados relevantes que nos pueden orientar sobre cómo avanzar. Concluye que en los países evaluados existe una brecha entre regulación e implementación. Este dato nos lleva a poner atención no sólo a la aprobación de leyes, sino también a su puesta en práctica.
De todas formas, nuestros números están sobre el promedio. En el ámbito de la prevención de conflictos de intereses, mientras que en promedio los países OCDE cumplen el 75% de los estándares de regulación y 40% en implementación, Chile alcanza casi el 90% en estándares y un 67% en implementación. Asimismo, en la regulación del financiamiento de campañas electorales y en el control del lobby, Chile es líder junto a Francia, Estados Unidos y Canadá. Lo mismo ocurre en el área de transparencia, en que estamos cercanos a ser unos de los países con mejor desempeño.
Además, se valora que Chile haya adoptado un enfoque estratégico y a largo plazo en la lucha contra la corrupción. En diciembre pasado lanzamos la primera Estrategia Nacional de Integridad Pública, lo que nos posiciona dentro de la mayoría de los países que cuenta con este tipo de enfoque. También se reconoce la calidad de nuestra Estrategia, situándonos entre los 4 mejores países en este aspecto. La implementación y monitoreo de ella es nuestro desafío y si lo hacemos bien, podríamos posicionarnos como un referente en la lucha contra la corrupción a nivel internacional.
Aunque aún hay aspectos por mejorar en los que estamos trabajando, como avanzar en la creación de un registro de beneficiarios finales de empresas, estos indicadores dan cuenta que vamos por el camino correcto.
Si bien vemos graves casos que continúan recordándonos que la corrupción y los delitos contra la fe pública no son ajenos al país, también debemos mirar con templanza lo que tenemos. El combate contra la corrupción debe fundarse en datos, un enfoque estratégico y acciones concretas. Es importante mirar la evidencia, mantener este impulso y volver a colocar el tema en el centro de la agenda pública. Sólo el esfuerzo coordinado y transversal nos permitirá seguir avanzando y recuperar la confianza perdida.
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