Movilizaciones, buen presagio

En las últimas semanas hemos visto que los jóvenes son capaces de organizarse para llamar la atención de la autoridad y para reclamar o exigir cosas que les parecen básicas. Algo que hace un tiempo parecía aislado hoy aparece con mayor frecuencia.

A fines de Abril los alumnos del liceo Llifén en Futrono se tomaron el establecimiento pidiendo que se concretara la entrega de mejoras de infraestructura que llevaban tiempo esperando.

La semana pasada algunos alumnos del liceo Indira Gandhi de la Florida efectuaron la toma del establecimiento para protestar y obtener la atención de las autoridades por reiterados hechos de violencia escolar. La acción atrajo a los medios y al Ministro y finalmente se expulsó a un grupo de alumnos que atemorizaba a sus compañeros.

El día lunes las alumnas del Liceo 7 (de excelencia) se tomaron el establecimiento para reclamar por la presencia de ratas, solicitando que se tomaran medidas al respecto. Tanto el Alcalde como el Ministro se mostraron preocupados del problema. Este martes alumnos del liceo Antoine de Saint Exupery de Coyhaique iniciaron una toma para manifestar su desacuerdo con el proyecto HidroAysen y lograron que las autoridades del colegio suspendieran las clases para hacer una movilización pacífica.

Podría argumentarse que este tipo de acciones por parte del alumnado son negativas, llaman al desorden y a la indisciplina e impiden el normal funcionamiento de la jornada de clases. Yo por mi parte, en tanto pacíficas y justificadas, considero que este tipo de acciones son positivas. Que se tomen medidas para que la violencia disminuya en un colegio o para que la infraestructura sea la adecuada bien vale perder unos días de clase. No solamente se puede conseguir un objetivo, sino que se gana en experiencia ciudadana y en expectativas de que con organización y ganas pueden lograrse cosas.

Más positivo resulta aún si vemos que en muchos de estos casos las autoridades no tienen las manos tan atadas como parece y que muchas soluciones se logran rápido cuando hay cámaras cerca y acecha la posibilidad de perder votos y popularidad. Lamentablemente parece ser que sin toma, la opinión de alumnos y jóvenes no es escuchada.

Las recientes movilizaciones nos permiten ver que los jóvenes sí se interesan por participar cuando hay un tema que les afecta directamente y una causa que consideran justa. Que la “revolución pingüina” no es algo irrepetible. Permiten ver que los jóvenes pueden y quieren participar de las decisiones en materias que les afectan y que para ello requieren de un tema que los convoque y expectativas de que lo que se persigue puede concretarse. En este caso, que las condiciones del lugar donde estudian y donde pasan casi más de la mitad de su día sean seguras y libres de plagas.

Claramente las movilizaciones son el camino que les parece más viable para manifestarse a muchos jóvenes pero pese a ello no debiera llegarse a dicho extremo. Se llega simplemente porque de otra forma los jóvenes no son escuchados.

Las tomas ocurren en establecimientos educacionales donde los jóvenes son capaces de organizarse y donde comparten una causa común. Los estudiantes reciben el apoyo de sus padres y profesores que votan en las elecciones y los políticos no pueden mirar para otro lado si quieren seguir en sus puestos. Pero los problemas que aquejan a los jóvenes no están solamente en los liceos ni se refieren únicamente a la educación secundaria. Tienen que ver con el acceso a empleo, con mejores oportunidades de capacitación, con el ejercicio igualitario de derechos, con oportunidades de información y decisión sobre su salud sexual y reproductiva.

Lamentablemente no hay un espacio físico como el colegio que permita aglutinar a otros jóvenes para movilizarse en forma organizada y además, en términos electorales, los jóvenes están subrepresentados.

La posibilidad concreta de visibilizar las inquietudes de los jóvenes y lograr el interés de los políticos en este grupo se logrará cuando más de ellos decidan votar y se conviertan en un grupo atractivo para los candidatos. Ya no solamente podrán manifestarse desde el liceo o la universidad, los candidatos deberán ir a buscarlos a ellos.

Hoy en día, la cantidad de jóvenes no inscritos basta para ganar cualquier elección; con inscripción automática antes de la próxima elección los jóvenes podrían decidir el próximo presidente. El interés por movilizarse que hoy muestran algunos resulta en este sentido muy esperanzador. Mientras, en tanto los problemas de los jóvenes no tengan eco en sus padres y otros miembros de la comunidad educativa o no logren generar atención en los medios de comunicación, poco será lo que logren fuera de los liceos, sin encerrarse y colocar mesas y sillas en la entrada.

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