Ninguneados

Sergio Velasco
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El Senado de la República de Chile tiene 204 años de funcionamiento. Unos de los pilares de la democracia. Salvo la violenta interrupción durante la dictadura cívico-militar desde 1973 a 1990. La Convención Constitucional fue elegida por el pueblo para elaborar una nueva Carta Fundamental, decidiendo bajo su absoluta potestad eliminarlo de raíz, creando una Cámara de las Regiones, asimétrica, cuyas facultades y deberes son una incógnita.

La "casa de todos" debiera albergar las distintas sensibilidades políticas, sociales, económicas, plurinacionales y multiculturales en su texto; pero al parecer dejará a la intemperie cojeando a una parte importante del Congreso Nacional, ninguneando absolutamente a los actuales miembros del Senado.

La propuesta emanada en esta materia, aprobada ya por los dos tercios, pasa al plebiscito de salida, borrando de un plumazo un bastión de nuestra historia republicana.

¿Será que subrepticiamente se pretende tener un Congreso unicameral? Este engendro asimétrico servirá de "tapadita". Los constitucionalistas señalan que es un cambio inútil, oneroso, e improductivo. Vemos la estulticia en su máxima expresión.

Detractores iluminados para prescindir del Senado existen. Argumentando que algunos de sus miembros son corruptos, condenados por actos reñidos con la probidad, otros confesos de recibir el "raspado de la olla" para financiar sus campañas electorales. Todo esto es cierto.

Duele decirlo, senadores respondían servilmente las ordenes de los poderes facticos y financieros de los grandes conglomerados industriales, legislando para ellos, olvidándose de defender en primer lugar los sagrados intereses del país.

Además, se ha señalado que es un nido elitista, clasista, obstruccionista. Lo menos que se ha dicho en su contra. Una cámara espejo, cuyo rol es prácticamente inoficioso en la construcción, revisión, perfeccionamiento, y tramitación, de las leyes.

Hilando fino, las altas dietas que reciben molestan a la gente que apenas sobrevive con su escuálido salario, o sus pésimas jubilaciones, creando una desigualdad insoportable. La confiabilidad es cada vez menor. Los y las electores se niegan a ser comparsa de sus abusos reiterados. No quieren ser cómplices de nada ni de nadie. Por eso no concurren a sufragar.

El estallido social fue una alarma. Protestaron en octubre de 2019 más de 3.700.000 personas, 34 muertos y cientos de heridos. Estos hechos, salpican al segundo poder bicentenario. La democracia corrió serio peligro. La cordura se impuso, los honorables escucharon la voz del pueblo, logrando un camino de acuerdos transparentes que les devolvió parte de su dignidad.

No por un par de congresales deshonestos todos tienen que pagar, justos por pecadores, eso sería peor que la enfermedad. Debe existir un equilibrio entre el Ejecutivo y el Legislativo para proteger la democracia, valor superior a cualquier circunstancia.

La historia constitucional nos dice otra cosa. Señala que tenemos mucho más al haber que en contra. Defendamos ese patrimonio. De 33 Presidentes de la República, 29 de ellos han sido prestigiosos integrantes del Senado, que equivale al 88%, cifra nada despreciable.

Parto por Manuel Blanco Encalada, senador, héroe de la Independencia, fue el primero en ostentar el meritorio cargo de Presidente de Chile.

José Manuel Balmaceda y Salvador Allende, ambos senadores y presidentes, electos, se inmolaron defendiendo la democracia, la constitución y las leyes. Su ejemplo perdura para siempre.

Pedro Aguirre Cerda y Juan Antonio Ríos, senadores de amplísima trayectoria, enfermos, fallecieron en el cargo de Presidente de Chile, y se les recuerda por sus visionarias políticas públicas.

Eduardo Frei Montalva, presidente del Senado y de Chile, iniciador de profundas reformas que el país requería con urgencia: la chilenización del cobre y la reforma agraria.

Neftalí Reyes B., o Pablo Neruda, senador, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1945, perseguido por sus ideas. Su poesía es un canto general, alabado universalmente.

Radomiro Tomic R., destacado senador, candidato presidencial, defensor furibundo de las riquezas básicas mineras, recuperando el cobre para los chilenos, gestor de la ley de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas, que permite hasta hoy que niños y niñas estudien.

María De la Cruz, la primera senadora feminista que abre un camino vedado. Llega al Congreso en 1953, con un record de votos. Superado hoy por Fabiola Campillai, senadora, víctima de las bombas lanzadas por Carabineros que la dejaron ciega para siempre.

Seguramente quedan muchas y muchos por nombrar. Resaltar el verdadero aporte de las y los senadores es dejar constancia de su entrega por su país, no hacerlo es una injusticia imperdonable. Lo concreto al desaparecer el Senado de la República en la nueva Constitución, es caer en la intolerancia absoluta, con consecuencias imprevisibles.

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