La ciudadanía se ha pronunciado, la gente habló y el Presidente no quiso escuchar. Una idea comenzó a recorrer las calles y de boca en boca, esa idea se transformó en avalancha. Esa idea no es otra que la Nueva Constitución.
Hemos sido testigos de las manifestaciones más grandes de la historia de nuestro país, porque el descontento logró articularse y reconocer la raíz de todos los problemas, el modelo económico consagrado en la Constitución del 80.
¿Y el gobierno? El gobierno, encabezado por un empresario no supo hacer más que mandar a disparar, a perseguir, a torturar. Declaró la guerra. Cuando la muerte y el terror no detuvieron la avalancha, pidió perdón y aplaudió una marcha de millones de personas; lo que se le olvidó decir, es que esa marcha era contra él.
El Presidente pidió perdón y como gesto, hizo un cambio en el gabinete de ministros. Pero las promesas de un nuevo gabinete, de quien está acostumbrado a mentir, no pueden tener la fuerza para detener una avalancha.
Hoy se escuchan los gritos de “Nueva Constitución” y de “Piñera renuncia”. Parece ser que el petitorio está claro: el pueblo exige la salida del Presidente y un nuevo orden legal.
La salida del Presidente, efectivamente, porque ninguna democracia que se respete puede negociar con un Presidente que tiene las manos manchadas con sangre. Por eso la Acusación Constitucional, porque tenemos la convicción de que el Presidente pasó por alto la Constitución y que el Estado de Emergencia, en que se ha asesinado a compatriotas, funcionó de manera ilegal.
Una Nueva Constitución, porque la gente tiene la claridad de que Chile no aguanta más parches. Se necesitan cambios estructurales y definitivos, no más bonos.
Chile quiere derechos. No más bonos para educación, para salud, para pensiones. Chile merece tener derecho a educación, a salud, a pensiones. Derechos que estén consagrados en una Constitución.
Por eso decimos: acusación constitucional para destituir al Presidente, destituir al Presidente para llamar a una Asamblea Constituyente; Asamblea Constituyente para que sean los pueblos de Chile, para que sea la gente, la que decida el país en que quiere vivir.
Ante el estado de emergencia, no puedo sino reivindicar el estado de rebeldía ciudadana, frente a un modelo económico abusador.
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