Programas de gobierno: el todo o nada

En torno al 40% de cumplimiento de su programa gobierno es lo que tenía el Presidente Boric al inicio de este 2025: su último año en La Moneda. Número que es difícil de hacer crecer sustancialmente, considerando que la época de campañas comenzó. Si esto lo comparamos, con el segundo gobierno del presidente Piñera -en el mismo período- es similar, pues tenía 37% de ejecución. Salvo con una gran excepción: esto coincidió con el inicio de una pandemia y con un estallido social a cuestas. Por lo cual, la agenda en ese punto ya se había paralizado.

De la actual gestión, los proyectos más emblemáticos han sido 40 horas y la reforma de pensiones, pero que fue un acuerdo prácticamente transversal; lo mismo que los proyectos de seguridad que nacieron de un fast track legislativo impulsado por la derecha. No obstante, parte de su agenda identitaria, como aborto libre, eutanasia, cupo laboral trans, nuevo sistema de pensiones sin AFP, se ha truncado. También, el propio Presidente Boric fue un impulsor -desde sus tiempos como diputado- de modernizar la actual Ley de Lobby; además lo anunció en uno de sus primeros discursos cuando asumió, pero poco hemos sabido de esta iniciativa. Y si le agregamos el rechazo a la propuesta de reforma tributaria, apreciamos un cumplimiento bien discreto. Aunque no se podría decir que este gobierno ha tenido externalidades tan poderosas como un estallido o una pandemia para no cumplir con su programa, sino que ellos mismo se anularon con el Caso Convenios, la acusación a Monsalve y la compra de la casa de Allende.

Mucho se habla de los programas durante las campañas, pero miles de documentos quedan relegados en un cajón. Los motivos son diversos: el gobierno de turno no cuenta con la mayoría parlamentaria, el escaso diálogo y acuerdo político y algunas oposiciones más preocupadas de obstruir que de construir. Ahora que estamos en una nueva campaña presidencial, vemos como algunos candidatos no le toman el peso a sus palabras. Una clara prueba de esto ocurrió con Jeannette Jara, quien en su programa de primarias estipuló la nacionalización del cobre y del litio. Para luego, desconocerlo.

Tiene que haber una mayor responsabilidad en la construcción de los programas de gobierno, e involucramiento de los mismos que aspiran llegar a La Moneda. No pueden quedarse en el mero populismo o que sean una pulsación de un momento determinado, dado por la contingencia o un anhelo puntual de la ciudadanía. Los candidatos comenzaron su despliegue de propuestas, llevando la delantera -por lejos- quienes hablan de seguridad. Una materia sensible, porque con un alza sostenida en el crimen organizado en Chile, lo cierto es que nuestro país no cuenta con experiencia en la implementación de políticas públicas de esta índole.

Tampoco los programas se deben concentrar en dos o tres grandes temas. La ciudadanía hoy demanda agendas mucho más extensas con cuotas de realismo. En ese sentido, sería bueno hablar de lo sectorial: transporte, para mejorar la calidad de vida y que las personas puedan trasladarse a sus hogares en un tiempo más acotado; obras públicas, que a la fecha son muchas las licitaciones detenidas; medioambiente, para heredarles un país más sostenible a nuestros hijos.

O, también, apuntar a lo multisectorial, como es el caso de deporte, ya que se vincula con la educación, desarrollo social y hasta disminuye los índices de delincuencia. Porque, efectivamente, el deporte puede ser un gran catalizador para que los jóvenes no caigan en las garras de la droga y de la delincuencia. La invitación es a ser prudentes, responsables y consecuentes con lo que se propone y cómo se quiere gobernar. No es deseable que los programan se conviertan en ese viejo adagio, "las palabras se las lleva el viento".

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