Razones para una convergencia social cristiana

Por qué se requiere la convergencia social cristiana en un Chile como el de hoy, es una interrogante que muchos, en particular las nuevas generaciones, se hacen, sin encontrar respuestas satisfactorias. El mundo no se encuentra en la disyuntiva entre ser capitalista o comunista, contexto que impulsó a que actores del humanismo cristiano entren a escena a escala mundial. Por lo tanto, en la actualidad recurrir a un planteamiento  que acuda a las encíclicas papales y los pensadores personalistas y comunitaristas  es percibida por muchos como anacrónica.

Al respecto, es evidente que la Iglesia Católica se encuentra sumergida en una crisis muy severa, tanto en su credibilidad en Chile como en el mundo por actuaciones deplorables, sobre todo por el encubrimiento de abusos de todo tipo, pero estos actos delictivos, e incluso criminales,  riñen con su propio legado conceptual y doctrinario.

Esta es la más perversa de las paradojas, ya que la concepción de verdad, bien común, desarrollo, y sobre todo dignidad de la persona humana, han recibido un aporte sustantivo de parte de la doctrina social de la Iglesia. De hecho estos aportes son esenciales para la codificación en un sinnúmero de tratados internacionales para la protección de los derechos humanos.

Por ello la invitación es a rescatar los fundamentos y los aportes a la humanidad que hay en esta corriente de pensamiento, y sobre todo a ser consecuentes con el. Como diría Eduardo Frei Montalva, pensamiento y acción como la clave para hacer política con sentido social y objeto de trascendencia.

Desde otra perspectiva, miremos en positivo los aportes que el humanismo cristiano nos presenta y que son absolutamente atingente a las carencias y desafíos actuales.

Desde la inteligencia artificial que nos presenta un futuro robotizado que reemplazará funciones que hoy cumplen las personas, hasta los desafíos que nos presenta la bioética y el respeto a nuestro entorno (medioambiente - sostenibilidad) encuentran respuestas desde los valores del cristianismo, el cual como se señaló contribuyó al concepto de dignidad humana. El mismo que tantas veces ha sido olvidado o tergiversado.

Recordemos que la dignidad humana como concepto orienta a la libertad, cuestión que permitió siglos antes abolir la esclavitud y que hoy nos permitiría otorgar un sentido cultural - antropológico al impresionante desarrollo científico y tecnológico actual, sin perder la humanidad que se encuentra desafiada, por un lado, por los transhumanistas y, por otro, por los carentes de responsabilidad política y social, que ven en la tecnología un fin en si mismo al servicio del interés individual.

Los humanistas cristianos no están para la resignación de sus postulados y ser testigos de cómo la sociedad asume mayoritariamente concepciones que tras el ropaje de liberales, invitan a la irresponsabilidad con la dignidad de las personas y con la comunidad, convirtiendo a la sociedad en mercados y reduciendo a las personas a individuos. Tampoco pueden quedar expectantes a la cada vez más evidente búsqueda del hedonismo oculto tras el interés individual, que olvida al otro, es decir que rompe con lo común y lo social.

El humanismo cristiano y su vanguardia deben interponerse a la desvinculación de las personas de su razón de ser y alcance de la felicidad,  en el entendido que ello más que material es la pertenencia a una comunidad, la cual da sentido político a sus actos.

Es decir, la ética en política es sinónimo de actos libres en vista a la comunidad, y no al servicio del incumbente, y menos relativizada según las “circunstancias” electorales.

En definitiva, la acción política de los humanistas cristiano adhiere a una ética de comportamiento, la cual no se ciñe al antojo de cada personalidad o personero, sino que los actos se objetivizan y dan sentido a la acción política.  Evidentemente en la actualidad hay carencia de ello, pero por eso no es relevante, sino que por el contrario, es un elemento central en la convocatoria al mundo social cristiano.

El humanismo cristiano debiera dar respuestas, que aunque no cardinales, a la tendencia a los populistas en la actualidad, ya que si bien el humanismo cristiano por definir será reformista en búsqueda de la justicia social, es responsable.

La historia nos muestra exitosas políticas en el ámbito económico y social inspiradas en esta doctrina, un ejemplo palpable es la Economía Social de Mercado inspirada en el período  pos Segunda Guerra mundial en Alemania, la cual hasta hoy es referente indiscutido de estabilidad, sentido social y prosperidad.

Por último, en estos tiempos de desafecto resulta irrefutable la necesidad de amistad cívica y fraternidad.

El humanismo cristiano y su invitación al panhumanismo que estrecha lazos sociales entre hermanos no pueden considerarse anacrónico.

¿Acaso no es lo que requieren nuestros adultos mayores, los niños vulnerables, quienes se encuentran en prisión, las madres solteras, los discapacitados, los animales mal tratados y tantos otros?

Alguien dirá no señor, se requiere de más derechos y garantías, a lo que otro añadirá, y más presencia del Estado. Ambas cuestiones pudiesen ser ciertas, pero sin el afecto (amor por el prójimo) no parecen eficientes. En definitiva, el humanismo cristiano debe jugar un papel relevante en la causa espiritual de la política actual.

 

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