El cuco/coco es un personaje ficticio creado en América Latina y España como "asustador de niños". Inicialmente se usaba para asustar a los niños que no querían dormir. Una canción de cuna del siglo XVII nos decía, "Ea, niña de mis ojos, / duerma y sosiegue, / que a la fe venga el coco / si no se duerme".
Poco a poco, el cuco extendió su ámbito de influencia y era usado para asustarnos si no comíamos o si no obedecíamos, el cuco vendría para "llevarnos". Estudios genealógicos "respetables" sugieren que en una versión posterior pasó a ser conocido, por su pariente el "hombre del saco".
La derecha y los sectores conservadores de la DC, cada cierto tiempo, intentan convencer al partido y, lo que es peor, a los chilenos, de la influencia del "cuco" en la política chilena. Estudios, ya no tan respetables, han tratado de convencernos que la versión del "cuco" en la política chilena es el Partido Comunista. Cuenta la leyenda que se llegó a hablar de tanques rusos patrullando las calles de nuestras ciudades y de numerosos "cucos" llevándose nuestros niños.
¡Habría que hablar con claridad y decir basta! Los demócratas cristianos nacimos a la vida política para construir una vía de desarrollo que superara los planteamientos del comunismo y de la derecha, pero en ningún momento nos propusimos aplastar, perseguir y encarcelar a sus partidarios. Ir más allá y buscar otras vías de desarrollo plenamente compatibles con la naturaleza y la dignidad de la persona humana, por supuesto que supera y trasciende la visión comunista y el neoliberalismo, que es el nuevo rostro de la derecha.
Baste recordar que Radomiro Tomic, como miembro de la Falange Nacional, no sólo se opuso en el Congreso Nacional férreamente a la dictación de la llamada Ley de Defensa de la Democracia que impuso el gobierno de González Videla y que declaró fuera de la ley al Partido Comunista; sino que, más importante aún, Tomic fue personalmente a la zona del carbón para denunciar los atropellos que se cometían allí en contra de centenares de familias de comunistas; que habló en el estadio de la Oficina María Elena en Antofagasta, y defendió en Tocopilla a los comunistas expulsados de la mina La Despreciada, y a los del Ferrocarril de Tocopilla al Toco, que recorrió toda la provincia de Tarapacá entrevistándose con las autoridades y protestando por los abusos y tropelías, que hacían posible la impunidad y el terror administrativo engendrados por la legislación anticomunista.
Seamos claros, la utopía comunista ha fracasado en el mundo y allí donde avanzó más tiempo consolidó regímenes de partido único que impidieron la libertad política y coartaron la diversidad social y cultural, es decir no "dictaduras del proletariado", sino que dictaduras de "élites que se corrompieron", ambas repudiables, por cierto, e hicieron famosos los llamados "campos de concentración".
Hoy no existe la Unión Soviética y la China "comunista" se abre al mundo y a la propiedad privada. El "cuco" se ha ido quedando solo. Pero tiene derecho a existir y participar en la política chilena levantando banderas de cambio e intentando representar los intereses de los trabajadores y siendo parte de alianzas políticas de cambio y progreso, participando o no en el gobierno. Por supuesto, tenemos autoridad para exigir un mejor compromiso con los derechos humanos y la democracia en todas partes.
Por lo demás, a nivel interno, siempre el Partido Comunista ha privilegiado los mecanismos institucionales y ha defendido la estabilidad de nuestra democracia, aunque a sus adversarios de ayer y de hoy les cueste reconocerlo.
Para ser justo con nuestros líderes históricos y sus enseñanzas, recuerdo que estando en el propio Palacio de La Moneda, con otros jóvenes que nos formábamos para la participación política, el presidente Eduardo Frei Montalva, a poco tiempo de ocurrido el "tacnazo" del general Viaux, en octubre de 1969, nos contó: "Adivinen quiénes han sido los primeros en venir a saludarme y a ofrecer su respaldo al gobierno constitucional... (después de un silencio) ...¡la directiva en pleno del Partido Comunista antes que mi propio partido!".
Parece que esa versión del "cuco" entonces está lejos del personaje creado para asustarnos cuando niños y que toda la derecha y sus nuevos miembros -Demócratas y Amarillos-, incluidos sus amigos y simpatizantes DC, se equivocan y mienten cuando tratan de asustar a los chilenos respecto a la tremenda y nefasta influencia del PC en la vida política nacional y, en particular, en el gobierno del Presidente Boric.
Se intenta, torpedear así, la única posibilidad de asegurar cambios profundos en favor de la justicia social y el bien común, en el Chile de hoy, para derrotar a una derecha -política y económica- cada vez más sediciosa, y que no es otra que un pacto político -no sólo electoral- que exprese la más amplia unidad de las fuerzas políticas y sociales progresistas para levantar una candidatura presidencial única que se apoye lealmente en el trabajo conjunto y el acuerdo para las elecciones municipales, regionales y parlamentarias.
Como alguna vez me confidenciara Radomiro Tomic, es muy posible que, si su tesis de la unidad social y política del pueblo hubiera sido aceptada lealmente por los partidarios de Salvador Allende, "habríamos evitado a Chile los años de dolor y de dictadura".
¿Qué esperan nuestros líderes?
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