En medio de toda la maraña narrativa en la que se encuentra atrapado el Ejecutivo, desoyendo mesas técnicas, paneles de expertos y comisiones mixtas, es urgente poner atención al menos a los relatos que sus propios aliados procuran instalar en su contra. Tal es el caso de lo que el Partido Comunista está construyendo velozmente con la figura del, en pocas horas, exalcalde de Recoleta, Daniel Jadue, quien lleva preso más de 40 días.
A lo largo de su historia, nacional e internacional, el comunismo ha sabido copiar a conveniencia ciertas prácticas de otras organizaciones e instituciones. Desde ese punto de vista, ha calcado a muchas iglesias y sectas en la práctica de mostrar como una horizontalidad participativa lo que no es más con una verticalidad rígida, como también el don de encumbrar a golpe de ficciones a militantes como hombres y mujeres inmaculados.
Hace algunas semanas se creó el Comité de Justicia para Daniel Jadue, con integrantes nacionales e internacionales que anuncian "una serie de iniciativas" para alcanzar la liberación, a su juicio antojadiza, del militante comunista. La iniciativa, viene a alimentar aún más las periódicas manifestaciones en favor del prisionero a las afueras del centro penitenciario en el que está recluido, instancias que incluso contaron con la asistencia de parlamentarios y funcionarios de La Moneda.
El inminente exedil ha incentivado la narrativa según la cual ha sido víctima de una conspiración política y mediática y ha enviado ya varios mensajes escritos de puño y letra para sus simpatizantes.
Hace algunos días, además, entregó el control de sus redes sociales a sus defensores, quienes han plagado las plataformas de mensajes de apoyo y convocatorias a manifestaciones, refiriéndose al prisionero en tercera persona.
Lo cierto es que este Antonio Gramsci versión pirata va calando poco a poco no sólo en un ya dividido Partido Comunista, sino también por toda la izquierda y centro izquierda nacional e internacional y permeará poco a poco a la opinión pública.
Por eso, cuando personajes como el presidente de Colombia, Gustavo Petro, exigen la liberación de Jadue, según él injusto prisionero por la judicatura de Pinochet, no basta con enviar una nota de protesta por medios diplomáticos. Primero, porque el mismo mandatario colombiano ha hecho oídos sordos y continúa escribiendo en favor del edil preso, y segundo, mucho más importante, porque nuestro país necesita escuchar con claridad a sus autoridades refiriéndose a la situación judicial de Daniel Jadue.
No es entrometerse en los otros poderes del Estado señalar sin más que quien fuera alcalde de Recoleta está acusado por su "plena participación" en delitos como administración desleal, cohecho, estafa, fraude al fisco y otros y que las medidas cautelares le han sido ratificadas, entre otras razones, por el inminente peligro de fuga (no hay que olvidar que en abril estuvo a punto de abordar un avión rumbo a Venezuela).
Urge que el Ejecutivo tome una postura explícita frente a la narrativa que poco a poco se va imponiendo desde el comunismo, la de un edil con ideas tan adelantadas a nuestro tiempo que fue encarcelado por los aliados, pero que siguió luchando hasta el final tras las rejas. Un mártir de quien se inventarán milagros y se imprimirán poleras con su rostro.
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