Si el mercado se regula solo, ¿por qué el Estado debe rescatar a inmobiliarias?

Coescrita con Jaime Sáez Quiroz, diputado del Frente Amplio

A principios de esta semana aprobamos en la Cámara de Diputados un proyecto de ley impulsado por este gobierno, que crea un subsidio para la tasa de interés hipotecario para la compra de viviendas nuevas. ¿El fin? Reactivar el sector inmobiliario y con ello revertir los índices de desempleo. Es un proyecto que tramitamos en la Comisión de Hacienda y que aprobamos tanto en esa instancia como en la sala. Sin embargo, este no es un proyecto que apunte a resolver la crisis habitacional que existe en nuestro país.

Por supuesto que es oportuno legislar para reactivar un sector económico que crea empleo para las y los trabajadores de menores recursos. No podemos dejar de destacar, sin embargo, que es curioso cómo los sectores de derecha suelen poner el grito en el cielo cuando se habla de la intervención del Estado en el mercado en beneficio de los derechos laborales o de las regulaciones ambientales, pero guardan silencio cuando esa intervención es en beneficio de las empresas. Para explicarlo claramente, este proyecto de ley surge del sobre stock de más de 100 mil viviendas que han acumulado sin vender las inmobiliarias. Si el mercado se regulara solo, ¿no deberían estas empresas simplemente bajar los precios hasta que logren vender sus unidades? Por el contrario, esta es la segunda vez en poco más de un año que el gobierno sale a tenderle una mano al sector inmobiliario mientras más de 500 mil familias no tienen una vivienda digna.

Aun así, en vez de trabajar por una oferta inmobiliaria más acorde a las necesidades de las personas, seguimos insistiendo en subsidiar la demanda. Y es lógico que así sea, pues los gobiernos y sectores de centro y ultra derecha se han esforzado por empequeñecer al Estado, bajo la idea de que no es necesario, bajo la idea, una vez más, que el mercado se regula solo. El grito de auxilio de las inmobiliarias parece dejar en claro una vez más que esto no es así.

Lo que necesitamos, por el contrario, es un Estado fortalecido que pueda coordinar y cooperar con los privados para proveer las viviendas que las y los chilenos necesitan, a un costo asequible para su bolsillo. La lógica de los subsidios no hace más que abandonar a las familias a la suerte del mercado, y arriesga a seguir inflando los precios a niveles cada vez más inalcanzables para la mayoría del país. Es por ello que seguiremos presionando por una política de vivienda que resuelva la crisis actual y en ello esperamos contar con aquellos que se acuerdan del Estado sólo cuando ellos lo necesitan.

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