Similitudes

El descrédito del sistema político del país, cuyas raíces inmediatas están objetivamente vinculadas a los hechos de corrupción, la ineficiencia en la gestión en diversos ministerios o servicios, a la demagogia que manipula los anhelos sociales y el oportunismo de los que prometen sin que les importe las consecuencias de sus actos, a todo ello, se suma el desprecio lo realizado durante el restablecimiento de la democracia.

Hay un clima de "mala onda", de corte fatalista, sin horizonte y cuando un líder de la trayectoria de Ricardo Lagos, hace presente su voluntad de asumir un esfuerzo nacional para aunar voluntades y superar este estado de cosas, surgen los que sólo atacan y descalifican; diestros en la grandilocuencia confunden el protagonismo político con el narcisismo personal.

O sea, hay grupos contestatarios que desde un fuerte pesimismo están pasando de la idea refundacional a una intolerancia sectaria que desecha el fruto histórico de las luchas del pueblo de Chile. Es la manía de actuar como si el país y su historia tuvieran que agradecer su llegada, pues se inició con ellos, los refundadores. Lo que les anteceda no tiene valor. Así gratis, se ayuda a la derecha, de ese círculo vicioso hay que salir.

Fue un grave error y una soberbia, desde el inicio de la instalación de la Nueva Mayoría, un discurso que miraba con desdén, sub valoración y tono de desprecio el esfuerzo de generaciones anteriores, aquellas que tomaron en sus manos la tarea de rehacer una oposición duramente golpeada por la dictadura, cuando toda disidencia estaba prohibida y hacer política no era un juego, para luego implementar una transición con fuertes trabas institucionales y con un autócrata que recibía cerca de un 45% de respaldo, en el Plebiscito que le hacía entregar el poder.

El sentido de la responsabilidad política con el cual se construyo el proceso de restablecimiento de la democracia fue menoscabado al punto que se manipuló y levantó interesadamente, para fines de corto plazo, una imagen desfigurada de entreguismo, claudicación y abyecta concomitancia con los resabios del pinochetismo. Que esto último quede para los que se enredaron con Ponce Lerou para recibir dinero sucio, pero no tiene vínculo alguno en su raíz y carácter con los desafíos que se enfrentó al término de la dictadura.

Es frecuente que no se valore lo que cuesta conseguir. Tras una espesa cortina ideológica se encubre un menoscabo de lo alcanzado, propio de quienes llegaron después, o no aportaron nada o poco hicieron por conseguir lo avanzado.

Me recuerda la mística y alegría que provocó el triunfo de Salvador Allende, en los recién ingresados militantes secundarios socialistas, al producirse la victoria popular en las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de 1970, sentimiento que contrastaba con la hosca recepción que se generó en los grupos dogmáticos, ultras de derecha y de izquierda.

Por una parte, en la conjura golpista sobresalió el grupo auto denominado "Patria y Libertad", que fue el centro del reclutamiento de jóvenes de ultra derecha que participaron de acciones terroristas para desestabilizar el país, entre ellas el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, general René Schneider, y muchas más, en las que está la huella de Michael Townley, que después por orden de la DINA, asesina al general Carlos Prats en Buenos Aires y al ex canciller Orlando Letelier en USA.

Pero, por otra parte, el radicalismo de ultra izquierda encegueció hasta la irracionalidad a grupos como la llamada VOP (Vanguardia Organizada del Pueblo), que asesinó al ex ministro de la Democracia Cristiana, Edmundo Pérez Zujovic, abriendo un abismo de desconfianza y recelos entre ese Partido y las fuerzas de la Unidad Popular, que fue determinante en la capacidad de los golpistas de tomar el poder y consolidar una dictadura de doloroso recuerdo por 17 años.

Es decir, que mientras unos veían la posibilidad de reformas profundas, que afianzaran la democracia para vencer "el atraso y el subdesarrollo", otros vaticinaban un "enfrentamiento inevitable", del que emergerían los más fuertes, los capaces de ganar a sangre y fuego, sin escrúpulos de ningún tipo para tomar el poder. De ese designio el ideologismo de la ultra izquierda nunca se hizo cargo y siempre ignoró la necesidad de asegurar mayorías nacionales que brindaran gobernabilidad democrática para avanzar en las transformaciones requeridas y anular la conjura golpista.

Hay similitudes entre el menoscabo que recibía Allende y su camino reformista, de unidad y amplia base popular, de irrestricto respeto a la institucionalidad democrática con el desprecio actual a los avances en la restauración de la democracia que han sido graduales, propios de un proceso institucional inconcluso, que tuvo que crear sobre la marcha su propia fuerza de sustentación, ante la amenaza de regresión autoritaria.

También hubo menoscabo en los años 60, a la tarea que realizo el primer gobierno de la DC, como por ejemplo al inicio del proceso de Reforma Agraria que fue un golpe tremendo al latifundio que regía el campo chileno, así como la sindicalización del campesinado y la promoción popular que impulsó decisivamente la participación social.

En estos casos, fueron voces de actores que se sienten dueños absolutos de la verdad, iluminados que desprecian la práctica y la experiencia de quienes les antecedieron en la brega para lograr una opción viable de gobierno y no permitir que perdurara la dictadura.

Son hechos incompatibles entre sí los anhelos de los jóvenes secundarios que marchan y se esfuerzan por una Educación pública gratuita y de calidad, y ver esa convocatoria utilizada por grupos de "encapuchados" para atacar la Iglesia de la Gratitud Nacional, profanar y destruir un símbolo de tan vasto significado religioso y cultural como es un Cristo crucificado.

Son grupos cavernarios, por eso rechazan la figura de Ricardo Lagos sin conocerlo y no les importa cuál sea su propuesta. Eso es lo perverso que ha ocurrido, el criterio que los avances graduales no sirven y deben ser desechados a la fuerza, ya que ante los argumentos, los ultras descalifican cualquier avance logrado por la estrategia de crear una nación integrada y justa por el camino de las reformas; optan por la agresión física y verbal, el insulto, el escupitajo, la piedra y el palo como medios de expresión, son trogloditas que deben ser denunciados.

A pesar de ellos, la definición certera de la estrategia del periodo, sólo es posible de realizar estableciendo esa inevitable continuidad histórica de las etapas que, necesariamente, se producen en la vida del país. El camino no es el garrotazo, la destrucción de símbolos religiosos, ni la soberbia de quienes se sienten dueños de la verdad absoluta.

Por eso, rechazo que se desprecie la lucha de tantos y deforme la memoria histórica, como si el dictador hubiese consentido de buena gana devolver la democracia que siempre negó a sangre y fuego. Con palabras muy a la izquierda se blanquea lo que fue la auténtica conducta del dictador.

La teoría refundacional ha dañado gravemente, debilitado y aislado el proceso de reformas en curso y ensombrece la perspectiva de la NM en el ejercicio del gobierno.

Como día de memoria republicana, este 4 de septiembre permite comparar este etapa con las jornadas a través de las cuales, fue fortaleciéndose la institucionalidad democrática, para mirar el país en una justa perspectiva.

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