Hace algunas semanas se llevó a cabo una de las elecciones más relevantes de los últimos años en nuestro país, en la que junto con elegir a los representates de los municipios, por primera vez, se realizó una elección de gobernadores y se debió escoger a los integrantes de la Convención Constitucional, quienes serán los encargados de generar acuerdos para redactar una nueva Constitución.
El plebiscito realizado en octubre de 2020 fue un hito histórico en nuestro país, del cual se obtuvo un contundente 78,99% de aprobación de los ciudadanos para la realización de una modificación a la Constitución de la República, a través de una Convención Constitucional, con la aprobación de la paridad de género en el órgano constituyente. Es así como Chile se convirtió en el primer país del mundo en establecer esta exigencia en sus elecciones, transformándose en un momento único en la historia, para avanzar en la inclusion de las mujeres en política y espacios de poder.
La trascendencia de estas elecciones debe ser un llamado a reflexionar sobre el impacto que puede tener la presencia de las mujeres en la política, el cual no sólo se basa, de acuerdo a estudios de la ONU, en aportar diferentes puntos de vistas, aptitudes y perspectivas a un determinado programa político, sino que también representa un importante componente de control y seguimiento de la acción del gobierno, no solo en temas de género, sino que en su sentido amplio.
La paridad de género fue consagrada en la Ley Nº 21.216, la cual incluyó requisitos de paridad a las candidaturas y a la elección en sí, indicando que en "aquellos distritos que repartan un número par de escaños deben resultar electos igual número de hombres y mujeres, mientras que en los distritos que repartan un número impar de escaños, no podrá resultar una diferencia de escaños superior a uno, entre hombres y mujeres", en caso de que no se cumpliera con esta exigencia, se introdujo la aplicación de un mecanismo de corrección que asegurara la paridad.
Este último punto es un gran avance, considerando que en las elecciones pasadas de nuestros representantes del Congreso Nacional sólo se incluyo paridad de género en la inscripción de candidaturas.
Tras las elecciónes, la Convención Constituyente quedó integrada por 77 mujeres y 78 hombres. Lo importante de este resultado es que luego de aplicar el mecanismo de corrección más mujeres que hombres debieron ceder sus cupos, para lograr la paridad de género. Esto último debe ser mirado, en primer lugar, como un avance en materia de igualdad de género, ya que generalmente la política es un sector en el que las mujeres se encuentran subrepresentadas, y, en segundo lugar, esta elección logró motivar a que más mujeres capacitadas y con ganas de servir al país se arriesgaran a postular.
De igual manera, pese a que la paridad de género solo se aplicó en la elección de constituyentes, hubo un aumento de la participación femenina en las otras votaciones, quedando aún espacio de mejora, cuyas candidatas obtuvieron el 22,61% en alcaldías y 38,91% en concejalías.
Desde ya, por qué no pensar en elegir una presidenta de la Convención Constituyente, nombres ya suenan fuerte; así como esperar que en las próximas elecciones que enfrentemos como país se avance en la materia y al menos tengamos aprobado el proyecto de ley que establezca la paridad de género en las inscripciones de candidaturas de concejales, concejalas y consejeros y consejeras regionales.
Esto podría transformarse en un paso que permita pensar en el futuro en una democracia paritaria, en la que la igualdad entre mujeres y hombres sea una realidad.
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