¡Un sistema político que hace agua!

Los resultados de las elecciones en la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile durante esta semana han generado múltiples opiniones y teorías. A mi juicio dejan en evidencia, una vez más, la urgencia de modificar nuestro sistema político, que en buen chileno está haciendo agua hace rato.

La FECH luego de su refundación en el año 1995 ha estado encabezada consecutivamente por dirigente provenientes de las Juventudes Comunistas o de los “Estudiantes de Izquierda” denominación más amplia que incluía muchas veces a los primeros. Un elemento aglutinador de aquellos grupos desde siempre ha sido la defensa de la educación pública, la crítica al modelo económico y social y el funcionamiento del sistema político.

El Partido Comunista durante 20 años de gobiernos de la Concertación estuvo fuera del sistema de representación parlamentaria, máxima expresión, de nuestra democracia “representativa”.

Por lo tanto, sustentó su existencia como partido en su capacidad de coerción o coacción al sistema político, presionando con la movilización –de acuerdo los conceptos del politólogo Giovanni Sartori- principalmente en el mundo social desde la dirigencia universitaria y el movimiento de derechos humanos.

En las elecciones parlamentarias del año 2009 el Partido Comunista por primera vez cambió de estrategia y logró un pacto electoral con la Concertación que permitió su ingreso al Parlamento con tres representantes. Fue sin que se hubiese producido ningún cambio en el sistema político e institucional que tanto criticaron, sólo se cambió la estrategia electoral y de alianzas.

Ese triunfo desde el punto de vista de representación en el sistema político es lo que hoy le está trayendo costos al PC, costos que la Concertación lleva pagando desde el año 1997 cuando comenzó su baja electoral y decayó su capacidad de mostrar representantes, voceros o figuras el mundo juvenil.

Pero el tema aquí no es la estrategia electoral o de alianza que haya tenido el PC.

Lo fundamental es la crítica evidente al sistema político y a todos los que forman parte de el que implican los resultados de la FECH. Hoy el grupo que con su triunfo canaliza el descontento es el que habla desde la crítica al sistema de partidos, al sistema político, a la institucionalidad que tiene nuestro país.

Una institucionalidad que no fue capaz de escuchar el clamor del movimiento social por la educación que vivimos este año 2011 y frente a esta situación mis pronósticos no son favorables.

Si no somos capaces como país de hacer los cambios al sistema político que Chile requiere, la legitimidad de “patear el tablero” y correr las reglas del juego con estrategias fuera de el aumentará con las nefastas consecuencias que nuestra historia nos ha mostrado. En tal escenario quienes triunfan son los poderosos, conservadores y autoritarios.

Por ello es que resulta urgente avanzar en los cambios que nuestra democracia requiere: contar con una carta magna legítima en su origen, democrática en su formulación y participativa en su constitución.

Es momento de propiciar una asamblea constituyente que genere una nueva Constitución para Chile, que incluya la iniciativa popular de ley; la posibilidad de convocatoria ciudadana a plebiscitos nacionales; la creación del Defensor del Pueblo u Ombudsman; un sistema electoral proporcional; la inclusión de cuotas de género o de una democracia paritaria.

Además del desarrollo de primarias públicas, abiertas y vinculantes financiadas por el Estado; el límite en la reelección de representantes; la postergada inscripción automática en los registros electorales; el voto de chilenos en el extranjero; la elección directa de consejeros regionales e intendentes.

Es también menester modificar los elevados quórum constitucionales en el proceso legislativo; mejorar y transparentar el financiamiento de los partidos políticos y las campañas electorales, y cambiar el sistema de reemplazo de nuestros parlamentarios.

Otro Chile es posible con una nueva institucionalidad para modificar el actual modelo de desarrollo que resulta tan injusto y desigual para tantos.

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