El 4 de julio de 2021 será evaluado a futuro como una fecha crucial y emocionante. Abreviemos lo esencial: 1.- Como resultado del estallido social de octubre 2019 el pueblo chileno obligó diversas instituciones del Estado a abrir caminos para cerrar el ciclo histórico de 40 años de la Constitución de Pinochet y avanzar hacia un nuevo orden jurídico. 2.- Para dicho efecto, y en forma masiva el pueblo chileno aprobó por abrumadora mayoría una nueva Constitución y encomendó esta labor a una Convención Constitucional. 3.- Luego, se convocó a la elección de 155 convencionales (16 y 17 de mayo de 2021) para constituir la Convención. Previo, y luego de casi 12 meses de esforzada gestión, los pueblos indígenas lograron que el Congreso aprobase escaños reservados (ley 21.298), con lo cual fueron electos 17 convencionales que representan a los 11 pueblos indígenas reconocidos en Chile. Y se agregan tres convencionales electos por distritos específicos. 4.- El paso siguiente sería instalar la convención y elegir la mesa directiva.
Este proceso estuvo marcado por diversos avatares. De por medio la pandemia. Aun así, millones de ciudadanos votamos el 25 de octubre pasado por el apruebo para una nueva Constitución y entre las decenas de candidatos constituyentes, emergieron con enorme fuerza tres actores: los independientes, mujeres y Pueblos Indígenas (PPII). El resultado final es que los partidos políticos tradicionales no tuvieron un rol preponderante. En la tradición de la génesis de las Asambleas Constituyentes en América Latina ha sido habitual que estas instancias cuenten, en general, con una importante presencia de independientes.
La fecha del 4 de julio fue acercándose para constituir la convención y a través de los medios de prensa se hizo evidente que el protagonismo femenino, además en una convención bajo régimen de paridad de género, tendría una gran relevancia. Y entre las figuras emergentes nació el liderazgo de Elisa Loncon, profesora de la USACH y doctora en Humanidades, hablante original de la lengua mapuche y dirigenta respetada y apreciada en el Pueblo Mapuche.
Gran parte de Chile estuvo pendiente de la ceremonia histórica de instalación de la convención cuya conducción central recayó en la Secretaria del Tribunal Calificador de Elecciones, la abogada Carmen Gloria Valladares, quien desarrolló un difícil y magnífico rol técnico, lidiando con las primeras tensiones que implicaron un primer atraso y otros menesteres que hacía presagiar problemas mayores, dado que en los alrededores de la convención y en otros lugares del centro de Santiago se desarrollaban manifestaciones ciudadanas. Su templanza, serenidad y fortaleza para manejar los momentos críticos fueron reconocidos por toda la Convención y el país al concluir su labor y las redes sociales destacaron su aplomo y profesionalismo, actuando en un rol de autoridad que ya quisiéramos ver reflejado en otros actores. Es ella quien, finalmente, entrega el mando de la Convención a una emocionada Elisa Loncon Antileo, electa presidenta del organismo.
Y voy al cierre: resulta paradojal y aleccionador para Chile y especialmente para esa historia ya cuestionada por el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Nuevo Trato (2014), que reconoció oficialmente las injusticias cometidas en contra de los PPII y en particular del Pueblo Mapuche, el que luego de 200 años y un poco más de una realidad de racismo, discriminación, de exclusión y marginalidades, de despojos y represión, sea hoy -precisamente- una exponente de pueblos despreciados por la cultura dominante, quien asume la extraordinaria tarea de conducir una Convención que habrá de brindar a Chile una Nueva Constitución.
Paradojal porque Elisa Loncon no es una persona advenediza, sin preparación suficiente o por debajo de ciertos estándares con los cuales los indígenas han sido "medidos" en estas décadas de humillación. Por el contrario, ella representa a una amplia generación de indígenas que forjaron una sólida personalidad e ideas a partir de una cultura ancestral. Que se han preparado desde muy jóvenes compartiendo la tradición oral de sus padres y abuelos. Que fueron de las primeras generaciones de indígenas que completaron sus estudios básicos y medios. Que lograron ingresar a las universidades y formarse como profesionales, en Chile y en el extranjero. De hecho, Elisa estudió y obtuvo dos doctorados a nivel internacional. Por años ha sido docente formando a muchos estudiantes en la USACH.
Una generación de indígenas que crecieron en una sociedad humillante y discriminativa que nos calificaba de "indios" o "mapuchitos" en forma despectiva; hoy son ciudadanos indígenas con una sólida formación y ninguno con disposición a arrodillarse.
La sociedad chilena, el mundo conservador e incluso progresista, recién comienza a entender el valor de la pluriculturalidad, de los principios culturales y espirituales de nuestros pueblos. Comienza ahora a conocer nuestra cultura e incluso a maravillarse con lo que nunca se empeñó en conocer dejándose guiar por los prejuicios.
Una mujer, mapuche, doctora en Humanidades preside hoy la Convención Constitucional. Representa a los pueblos despreciados y humillados por el racismo. Pero estamos en condiciones de ir dejando atrás esa historia de injusticias para construir juntos una mejor sociedad, la del Kömen Mongen (Buen Vivir), bajo condiciones de justicia social y reparativa. Debiera ser paradojal que los despreciados sean hoy los que conducirán a Chile por una senda distinta, para canalizar los pewmas (sueños) y esperanzas de millones de ciudadanos. En hora buena.
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