Y en el vaivén desapareció

El gobierno le da luz verde a una amplia agenda política que afecta a seis instituciones. Acto seguido los ministros se prodigan en dar a conocer la importancia de la iniciativa. Luego, los partidos oficialistas critican la inadecuada concentración en tantos temas. Los cambios institucionales se postergan. Tal vez en agosto o septiembre se envíe uno o dos de ellos. No se precisan cuáles. 

La pura bitácora de este vaivén, esta oscilación de avances y retrocesos, esta falta de línea central, ese entusiasmo por abarcar mucho, seguido de un ataque de realismo, todo esto retrata a la administración de Piñera de cuerpo entero. 

No hay modo de convencer a otros de que se sabe para dónde se va con semejante inconstancia. 

Mucho más fácil resulta, para explicarse el derrotero seguido por el gobierno, se puede encontrar en la búsqueda incesante por lograr el impacto mediático. Pero cuando esta lógica se sigue al extremo, lo primero que se sacrifica son las prioridades políticas. 

Al final, la orientación obsesiva por destacar en la agenda pública hace olvidar, incluso, los otros aspectos de interés ciudadano, por extraordinarios que sean. La fijación por obtener la primera plana termina pisándose la cola. 

Como dijera hace poco el presidente de RN, Mario Desbordes, “no entiendo que anuncios importantes de gobierno se pongan en medio de un eclipse y de un partido de Chile”.

¿Y quién podría entenderlo?, ¿quiénes fueron consultados antes de tomar tan originales iniciativas?

¿O ha llegado a ser una costumbre en el oficialismo el ser sorprendido por las iniciativas presidenciales? De errores de esta magnitud el gobierno no puede responsabilizar a nadie más. 

“Estamos en un proceso; no lo apuremos ni lo tranquemos”, dice Chadwick. Pero un proceso sin límites es lo mismo que estar estancados. De esta manera, las cosas nunca saldrán cuando se debe porque no se ha definido cuando se necesita presentar un proyecto y la fecha en que debe estar aprobado. 

¿Alguien lleva la cuenta de las tareas que el gobierno se ha comprometido a darle cause? Si se suman los resultados de las comisiones y los otros anuncios, es evidente que no se podrán cumplir. Simplemente son demasiadas. 

 “Espero que todos se logren aprobar”, dice el ministro del Interior, refiriéndose a las reformas institucionales, a sabiendas de que esto es imposible. Lo que esta actitud está provocando es desaliento. La dispersión es la señal de que no se sabe para dónde se va. 

En política, la pregunta sobre la viabilidad de una iniciativa tiene una importancia vital, porque no se trata de quedarse en las declaraciones y en los deseos. Y aquí este aspecto pareciera estar ausente de los cálculos. De lo que se ha carecido es de la capacidad de priorizar. 

Se sigue actuando como si se fuera dueño del tiempo, cuando es el tiempo lo que empieza a escasear. Es una forma de confesar una derrota sin ni siquiera darse cuenta de ello. Cuando llegue el momento se darán mil excusas, pero no serán otra cosa que eso. Y no se va a engañar a nadie.

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