Hasta hace algunos años, todos veíamos a la tecnología como un ideal a seguir, si no tenías el último modelo de Smartphone o no abrías cuenta en alguna nueva red social, estabas completamente out.
Extraña y afortunadamente, mientras vemos que la tecnología va alcanzando niveles insospechados de desarrollo, con máquinas que van aumentando su “sabiduría” en forma autónoma, robots, hardwares y softwares que están empezando a reemplazar tareas humanas, los humanos que nos estábamos empezando a robotizar e incluso dejar dominar por la tecnología, estamos volviendo a renacer y a tomar el protagonismo que nunca debimos dejar de lado.
Ya es cada vez más común de personas, instituciones e incluso gobiernos, que le han puesto ciertos límites a la hiperconectividad, cómo queriendo decir, no siempre más es mejor que menos.
La semana pasada uno de los íconos tecnológicos de ésta era, TESLA, ha cerrado las cuentas de Facebook ante el bullado caso de privacidad “Cambridge Analytica” y se escucha de gente que ha cerrado sus cuentas de Facebook, Instagram, twitter y otras plataformas, ya sea porque no le ven tanto propósito o al revés, porque las usaban demasiado y querían poder descolgarse de esa “adicción”.
Aún no es un problema real, pero no hay que ser un visionario para vislumbrar que en poco tiempo más varios gremios saldrán a pelear contra la automatización que amenazará por ejemplo el rubro del transporte ¿o alguien no es capaz de imaginarse a los taxistas marchando y reclamando por algo?
Adicional a esto quizás hay un punto adicional que va a romper más aún la brecha entre la tecnología y la humanización y es la revaloración de la ética colectiva; los últimos meses hemos visto como se han hecho conocidos casos de abusos de poder en Hollywood que estuvieron en silencio por décadas; se condena la filtración de fotos privadas e incluso hemos visto como han condenado estos últimos días a un conductor de primer nivel en Chile por una conducta sexual inapropiada mientras estaba al aire en radio, lo cual quizás le cueste el puesto.
Todos estos bemoles irán friccionando cada día más la relación entre la tecnología y la humanidad, quien sabe si llegarán al punto “profetizado” por las mega producciones de Hollywood, pero lo que sí está claro es que Humanidad y Tecnología no tienen firmado un pacto de amor eterno incondicional.
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