La Región de Arica y Parinacota ha sido históricamente un área de sacrificio para el país. Así quedó de manifiesto cuando en el año 1974, durante el gobierno militar, en una etapa de alta tensión con los países vecinos de la frontera norte, se declaró zona franca a Tarapacá, dejando en una clara condición de desventaja a los ariqueños, consolidando la condición de patio trasero del territorio nacional, pese a la estratégica relevancia geopolítica que tiene esta parte del país.
Décadas después, el abandono total de la frontera norte, por parte del Estado, tiene sumido nuevamente a Arica en una zona de sacrificio, asolada por la inmigración ilegal y sus derivados, como son el narcotráfico, crimen organizado, el tráfico de personas, y el contrabando de todo tipo de productos.
Esto último ha provocado que nuevamente tengamos en la región instalada la plaga de la mosca de la fruta, que tanto había costado erradicar y mantener alejada de nuestro territorio. La razón es clara: por los pasos no habilitados existe un corredor de mercancías ilegales que ingresan a Chile sin ser detectadas, y por lo tanto, carente de controles, lo que en el caso de productos agrícolas facilitó la llegada de este insecto, que está provocando estragos devastadores para los agricultores de la zona, con el consiguiente daño a la economía local y las fuentes de trabajo.
Como senador he oficiado al Gobierno para que explique qué medidas está adoptando para enfrentar esta emergencia y cuál es el plan de manejo para morigerar los daños a la agricultura. También me he reunido con la delegada presidencial de la región, con el propósito de acelerar acciones concretas para contener la plaga. Sin embargo, este tema parece no ser prioritario para el Ejecutivo, que sólo viene aplicando medidas paliativas de corto efecto y alcance, sin que se esté abordando el problema de fondo, que es cómo es evitar que siga entrando bienes y productos de forma ilegal.
Lo que se ha hecho es restablecer el cordón fitosanitario en Cuya, cuando también se requiere instalar uno en la localidad de Zapahuira, precisamente para detener el ingreso ilícito de productos agrícolas. Porque si el Gobierno no le otorga sentido de urgencia a esta situación, los perjuicios se seguirán agravando, golpeando de sobre manera a los habitantes de la región, no sólo a aquellos que viven de la actividad agrícola, sino que a la población general que se abastece de alimentos esenciales.
Al final de cuentas, puede terminar siendo más peligrosa que la propia mosca de la fruta la plaga de inacción que se instaló en esta administración y que no es capaz de hacerse cargo de forma eficiente de los graves problemas que aquejan a los chilenos.
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