Una zona de sacrificio es un territorio que ha estado en permanente daño medioambiental y se ha expuesto por un periodo prologado a una grave contaminación, generando condiciones de vulnerabilidad en las personas que allí habitan y exponiendo a sus comunidades, a una grave transgresión de los derechos humanos.
El derecho a un medio ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible ha estado muy presente en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, siendo reconocido formalmente en su Resolución 48/13 de 2021, por el cual -además- ha hecho públicamente un llamado abierto a los Estados a trabajar juntos, y con otros socios, para poder aplicarlo.
En Chile, las zonas de sacrificio son tristemente el "tubo de escape" del extractivismo, y lugares como Puchuncaví, Quintero, Tocopilla, Mejillones, Huasco o Coronel, entre otros, se han convertido en territorios en las cuales las comunidades han evidenciado en sus constantes problemas de salud, la vulneración de sus derechos fundamentales.
Valdivia, una ciudad que por años ha sido señalada como la perla del sur por sus hermosos atributos naturales y como uno de los centros urbanos con un alto estándar de vida, también "esconde la basura bajo la alfombra".
La comunidad que habita el sector de Morrompulli lleva décadas conviviendo con desechos, recibiendo casi 100 mil toneladas anuales de residuos provenientes de distintos municipios de la región. Sin duda es un tema complejo de abordar y en ningún caso es exclusiva responsabilidad del municipio de la capital regional, pero necesitamos alternativas lo antes posible o pasaremos directo a engrosar la lista de zonas de sacrificio en nuestro país.
Hace unos días, la ministra de Medio Ambiente visitó nuestra región, lamentablemente no quiso reunirse con las organizaciones y no abrió su agenda a las y los vecinos de Morrompulli, sector que enfrenta a diario este problema, un problema real que perjudica directamente la calidad de vida de muchas familias.
No podemos permitir que nuestras autoridades se alejen de los problemas reales de la ciudadanía, las familias de Morrompulli merecen respuestas concretas; merecen vivir en dignidad.
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