Segunda vuelta de gobernadores: Oportunidad para una descentralización consensuada

Fue muy interesante la jornada electoral del 24 de noviembre. Una participación solo dos puntos menos que en primera vuelta y con resultados variopintos que favorecen que la descentralización sea "tarea de todos". Sin duda que el Gobierno tiene un respiro a un complejo último mes, y que la derecha obtiene resultados menores a los esperados.

No obstante, es conveniente destacar en estos comicios territoriales, que esas particularidades influyen y caracterizan estas elecciones (como en las municipales), y que "la persona" es absolutamente fundamental en el resultado electoral.

La batalla de los Orregos se definió claramente por el liderazgo asentado y la transversalidad de Claudio, por sobre el estilo habitualmente descalificatorio del panelista de Sin Filtros. Triunfo de la eficiencia y de la moderación. No fue fácil para la derecha trasformar esta elección metropolitana en un plebiscito al Gobierno y deberá asumir su error. Otro tanto, aun acentuado, es el rotundo triunfo de Mundaca en Valparaíso, una elección que aplaude al realizador concreto y penaliza a la dirigente de la UDI.

Gran triunfo de Saffirio en La Araucanía, que consagra la derrota de la corrupción. Tal como la derecha cosecha triunfos rotundos en Los Lagos, Biobío y Coquimbo, todos resultados que también castigan severamente la corrupción, más allá que será la justicia la que deba pronunciarse, en definitiva. Porque Saffirio gana en la región histórica de la derecha, con un planteo de trasparencia, eficiencia y trabajo.

Es muy difícil sostener candidaturas progresistas cuando el progresismo (del signo que sea) ha tenido responsabilidad en la poca probidad. Eso parece ser definitivo, para sirios y troyanos.

El envío de triunfadores es heterogéneo, no tiene representante femenina y claramente expresa liderazgos reafirmados y nuevos prometedores en todo el arco político. Estas gobernaciones deberán acordar entre ellos una agenda descentralizadora poderosa, realista y trasformadora. Se abre así la posibilidad que el gobierno de Boric tenga interlocutores territoriales de todo el espectro político y se afianza la descentralización como política de Estado. El campo de los acuerdos y consensos debe primar sobre las confrontaciones inconducentes. Si es así, este 24-N ha sido muy bueno para Chile.

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