Comités de frontera e integración, vecindad y otras consideraciones

En otras oportunidades se afirmó que la región latinoamericana, y la sudamericana en particular, implican para Chile un constante desafío en orden a su política exterior y de ahí en más, sus proyecciones geopolíticas, las cuales, debiesen entenderse regularmente en una relación entre lo internacional y lo intra-nacional. Es decir, cómo Chile se proyecta hacia el exterior desde su definición de política internacional, o cómo diría Peter Taylor, vía su código geopolítico, inclusive con su dinamismo interno en cuanto estado sub-nacional (municipios y regiones), incorporando también las expresiones no estatales que él mismo contiene (relaciones internacionales gestionadas por organizaciones subnacionales y sociedad civil).

Mientras que el sistema/sociedad/comunidad internacional atraviesa un largo momento de transición donde las hegemonías de alcance global, capitalistas y culturales, como las que encarnan China, EE.UU. y Europa (principalmente), y que buscan imponer un orden geopolítico, donde el primero quiere ser muy relevante, Chile y su política exterior (fronteriza), en la proporción que le corresponde en esta escala, se encuentra más que desafiada.

La conflictividad internacional contemporánea más visible centrada en Rusia vs. Ucrania, o bien Israel vs. Hezbolá (en gestión de paz, implicando cese de fuego en estos momentos), con los encadenamientos de acuerdos y alianzas globales, más ahora con la llegada de Donald Trump a la primera magistratura estadunidense, junto con impactar la política exterior nacional y las de la región latinoamericana, impacta también a las políticas exteriores de los vecinos inmediatos de Chile, que dada la visibilidad de las enunciadas conflictividades, tiende a esconderse o bien soslayarse, las vecinales o para-vecinales con Brasil, o bien Venezuela (sin perjuicio del tema migrante).

Se ha referenciado en diversas oportunidades cómo Perú representa un desafío permanente para Chile, en parte por el imaginario de conflictividad fronteriza, respecto de las interpretaciones de lo logrado hasta el momento en su expresión territorial y marítima, con Corte Internacional de Justicia mediante el año 2013 (delimitación marítima favorable a Perú). Pero, además de ello, el dinamismo económico que se tiene con el vecino país, respecto de las regiones Arica-Parinacota y Tarapacá, con Tacna en el lado peruano, que a partir de las economías regionales transfronterizas logradas, hacen del Perú un vecino estratégico para consolidar relaciones económicas, sociales, culturales y diplomáticas (la cuestión migrante coordinada es otra). Por ello importan las conflictividades internas del vecino país, el que de cuando en cuando se hace visible en nuestra agenda pública, por los altos grados de ingobernabilidad y volatilidad política interna, haciendo de las sucesiones presidenciales vertiginosas una importante incertidumbre, siendo la dimensión de corrupción uno de los ejes de la misma. No caben dudas que los diseños institucionales del sistema político peruano, coadyuvan a tal realidad, pero no profundizaremos en esa línea, en esta oportunidad.

El caso boliviano, como se ha reportado en algunas opiniones del suscrito, ofrece otros desafíos para Chile, como son las tensiones que tiene en su sistema de partidos en general y, en específico, con el MAS de Evo Morales y Luis Arce, que en la particularidad boliviana y organizacional, enfrentaría un momento de fraccionamiento terminal entre una y otra sensibilidad (parecería que ni el sistema de primarias legal instituido en el vecino país ayudaría a tal propósito), respecto de la presidencial y congresal de este año 2025. Cuestión mediada por una crisis económica, apropósito de la baja valuación de sus recursos naturales, fundamentalmente gas natural, más la incertidumbre que implica la explotación del litio. Así, la histórica gobernabilidad que provocó el clivaje de los años 2000, junto con la emergencia del MAS y una nueva constitución el año 2009, que habría formalizado una nueva Bolivia, podrían generar condiciones favorables para que los regionalismos internos de Bolivia emerjan otra vez, tensionando al país plurinacional, sin perjuicio que ante sus liderazgos clásicos -como es el caso de Fernando Camacho (encarcelado)- puedan presentarse nuevos que sinteticen parte importante de las expectativas de esos regionalismos entrópicos bolivianos que habían sido contenidos bajo la gobernabilidad proveída por el MAS.

Argentina, con quien Chile tiene una profunda vocación de complementariedad económica, ofrece con el gobierno de Javier Milei un desafío integral. Ello se condice con el proyecto político nacional libertario que le propuso a la nación y que hoy ejecuta, teniendo en la actualidad algunas de sus evidenciadas consecuencias económicas en orden a controlar la inflación, premiadas desde la métrica económica, pero criticada desde la sensibilidad social, en el entendido que ha disparado la pobreza e indigencia de argentina/os, incubando el malestar social que, probablemente, tras su primer año de mandato generará condiciones de movilización social. Si eso fuese así, la plausibilidad de la ingobernabilidad política sería concreta (Congreso desfavorable al gobierno libertario, entre otros), que, indudablemente, exigiría a Chile, no sólo prudencia, sino que mirada estratégica, en el entendido que se deberían mantener las posibilidades de cooperación, profundizando en la idea de un código geopolítico de cooperación-integración-descentralización para abordar espacios geográficos sensibles como son, el extremo sur y la pretensión antártica, respecto de poderes globales, sean estadounidense, chinos o europeos.

En general, además, esta vecindad inmediata, en un marco de proceso migratorio intenso asociado con temas de seguridad pública, narcotráfico y otros fenómenos que detona el flujo migratorio, incrementado por la política que busca consolidar Donald Trump por estos días, es que conviene preguntarse por cómo el Estado Chileno reacciona vía régimen fronterizo, específicamente en su expresión de Comités de Frontera e Integración con estos tres países, junto con la casuística de los planes de seguridad fronteriza en el norte, o bien, el cotidiano ejercicio de idas y vueltas de los nacionales argentinos y chilenos, prioritariamente (turismo o vida diaria).

Como se dice en Chile, "por anga o por manga", la política internacional-global, con sus variadas variables impacta en la vecindad y paravecindad; y con ello en el siempre denostado y menguado hecho fronterizo (por lo menos en época de globalización o globalismo), pero que dada las realidades de flujos, termina siendo relevante y estratégico para profundizar controles, en oportunidades odiosos, convirtiéndose en herramientas de gestión política coyuntural que pueden vulnerar los derechos humanos. Estados Unidos (hegemón) y Venezuela (periferia) hoy ofrecen desafíos adicionales por sus políticas internas. Lo mismo hace el crimen organizado. Desde ahí entonces, es que importa cómo la política pública en materia fronteriza reacciona, siendo los Comités de Frontera e Integración una expresión institucional merecedora de atención de primera línea en coordinación con otras acciones que emprenda el estado chileno, en lo particular.

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