La Alianza del Pacífico, es un mecanismo de integración regional conformado por Chile, Colombia, México y Perú. Fundamentalmente, se concibe como una alianza estratégica económica que permite darlmayor competitividad a sus estados signatarios a nivel mundial, en especial, poniendo su enfoque en Asia-Pacífico.
Según datos de ProChile (2018) este bloque comercial está integrado por más de 225 millones de personas con un PIB per cápita de US$ 17.266. Además, representa la octava mayor economía del mundo con el 38% del PIB de América Latina y el Caribe.
En sus ya seis años de funcionamiento, la Alianza del Pacífico ha demostrado ser un mecanismo interesante a nivel regional y mundial. Prueba de lo anterior, son las negociaciones para que Canadá, Singapur, Nueva Zelandia y Australia sean Estados miembros. Actualmente son 55 los Estados observadores de las distintas latitudes del orbe que se encuentran interesados en su desarrollo.
Si bien México, se perfila como el país más importante de la Alianza, en términos relativos, le conviene generar una asociación estratégica en Sudamérica, no sólo para contrarrestar la influencia de Brasil en este lado del mundo, sino por intereses comerciales concretos y afinidades ideológicas. Por parte de Perú, Colombia y Chile, también este ente de integración les permite aunar esfuerzos para que sus intereses en el mundo estén mejor articulados, tanto para acercarse a los países del Asía/Pacífico, como para tener una sola voz en foros internacionales multilaterales. A lo anterior, ayuda tener similares principios, objetivos y prioridades en la política exterior de dichos países.
Más allá de la libre circulación de bienes, servicios y capitales, la búsqueda del crecimiento económico que propone este mecanismo, se entiende que, en el contexto de la globalización, los Estados no juegan solos.
Las empresas privadas, ONG’s y la sociedad civil tienen un papel clave. Una muestra de aquello es el CEAP - Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico - fundamental a la hora de establecer relaciones comerciales con distintos países del mundo que se interesen en la Alianza y clave a la hora de generar prospectiva.
En Chile, lo integran la CPC, Sofofa, Corpgroup, entre otros. En consecuencia, entrar a las dinámicas globales únicamente desde la perspectiva pública es un error. Si bien el plantear una plataforma para establecer relaciones con el mundo es una estrategia válida que tienen las naciones para promover mejor sus intereses, debe tener en cuenta a los diversos y distintos actores hoy en día presentes en la comunidad internacional.
Otro punto destacable de la Alianza del Pacífico es su aparente, aunque prematuro de establecer, estabilidad y permanencia en el tiempo, al menos por parte de Chile.
Académicos como Sebastián Briones y Andrés Dockendorff (2015) señalan que el gran hito, en materia de política internacional, del primer gobierno de Sebastián Piñera fue ser partícipe de la creación de la Alianza del Pacífico. Esto tuvo continuidad en el segundo gobierno de Michelle Bachelet con el ex canciller Heraldo Muñoz a la cabeza y todo indicaría, guiándonos por el escueto programa de gobierno de Sebastián Piñera en materia de relaciones exteriores, que se profundizaría éste mecanismo de integración regional.
Entonces ¿la Alianza del Pacífico puede concebirse más allá de su esfera económica?
¿Qué modelo de integración estarán pensando los líderes de los países firmantes para su futuro? El modelo exitoso y paradigmático de integración regional que supera lo económico es la Unión Europea, este mecanismo supera con creces cualquier integración a nivel latinoamericano.
Basta con observar lo ocurrido hace pocos meses con la salida de seis países de la UNASUR, entre ellos Chile, aludiendo a su costosa mantención -argumento válido y legitimo para la opinión pública -, que en realidad responde a las distintas visiones ideológicas y de desarrollo económico que dentro de UNASUR existían.
Ya lo decía el ex ministro de relaciones exteriores y académico Ignacio Walker , en su artículo La política exterior chilena publicado en 2006 por el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile: “seguramente podemos exhibir una marca mundial en términos de doscientos años de discurso o retórica integracionista, pero lo cierto es que hemos logrado muy poco”.
La integración regional debe y tiene que sobrepasar la esfera económica. Si bien, los orígenes de la Unión Europea son económicos (Comunidad Europea del Carbón y el Acero), ha sido capaz de avanzar hacia una integración real donde lo política y lo social van de la mano con lo económico, ejemplos de aquello hay por muchos.
Hoy en día, la Unión Europea enfrenta el auge de los nacionalismos de ultraderecha, las consecuencias de la inmigración y las amenazas a la seguridad humana. Estos fenómenos ponen a prueba esta integración profunda.
En América Latina, los diferentes sistemas políticos, la persistencia de los caudillismos, las amenazas a la democracia representativa liberal y las disímiles y legitimas visiones distintas de desarrollo dificultan la existencia de algún mecanismo de integración duradero y exitoso en el tiempo. En este sentido, Chile, Colombia, Perú y México apuestan por la Alianza del Pacífico.
De forma interesante y poniendo a prueba los obstáculos históricos que tiene Latinoamérica para integrarse de forma óptima, Heraldo Muñoz señalaba un concepto inédito: convergencia en la diversidad.
Básicamente el término se hace cargo de las distintas visiones de desarrollo e integración de la región y pone el énfasis de forma pragmática, en establecer lazos que vayan más allá de lo económico, que incluyan aspectos culturales, políticos y sociales.
En este sentido, Chile pretende ser un puente o articulador en las relaciones de la Alianza del Pacífico, prioritaria para nuestro país, y el Mercosur. De una u otra manera, favorece una mirada más amistosa del gobierno de Mauricio Macri y Michael Temer en la relación Mercosur-Alianza del Pacífico.
Finalmente, más allá del intercambio de estudiantes de pre y posgrado, lo cual significa un importante acercamiento entre estos países, que facilita la Alianza del Pacífico, se deben proponer alternativas de forma seria y sin prejuicios que miren hacia el siglo XXI y que fomenten la integración de grupos de la sociedad civil en el proceso de toma de decisión.
Los Presidentes, Ministros y Ministras que tienen la tarea de administrar y profundizar esta alianza, deben estar a la altura y ser capaces de entender y procesar los desafíos que demanda la globalización y una sociedad civil más y mejor informada. Las relaciones comerciales son fundamentales, pero también lo son las visiones políticas, culturales y sociales.
¿La Alianza del Pacífico podrá superar los obstáculos históricos de Latinoamérica? ¿Se podrá profundizar? ¿Qué concepto de integración piensan las autoridades políticas de dichos países? Ya veremos.
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