Desempleo ilustrado: un problema de la educación superior

Hoy enfrentamos una necesidad urgente de reformar las mallas curriculares de las carreras profesionales. Informes recientes indican que el desempleo ilustrado alcanza el 8,1% (OCE–UDP, 2025), lo cual es preocupante, ya que implica un derroche significativo de recursos estatales y privados al contar con profesionales que se encuentran sin empleo. Como señala un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), "la educación no siempre garantiza la empleabilidad".

Para entender mejor esta problemática, consideremos que una carrera universitaria tiene una duración promedio de 4 años. Durante este tiempo, se requieren inversiones financieras tanto de los estudiantes como del Estado. Además, el costo social de tener profesionales desempleados es gigantesco, dado que se ha invertido en su formación con la expectativa de que contribuyan a la sociedad. La situación genera múltiples efectos entre esos la frustración personal. Esto se está profundizando con la cuestión del impacto tecnológico -como el surgimiento de la inteligencia artificial- el mercado laboral terminara siendo menos accesible para un grupo de profesionales.

Es válido preguntarse: ¿Qué están haciendo las universidades y centros de formación técnica para enfrentar esta crisis? En mi experiencia en varios países europeos, se observa que tienen estructuras curriculares flexibles. Por ejemplo, un estudiante de periodismo puede especializarse durante su carrera y tomar asignaturas en áreas como deporte, economía o ciencias políticas. Esto fomenta un conocimiento transversal y evita que los graduados queden encasillados en una sola profesión. Rescatando del Foro Económico Mundial, "los trabajos del futuro exigirán habilidades diversas y transversales".

Ante este escenario, debemos someternos a un autoanálisis crítico. Nos estamos quedando atrás en un mundo que cambia constantemente, y esto requiere una revisión urgente de las estructuras curriculares. Es crucial incorporar un mayor manejo de herramientas tecnológicas y, también, educar a los estudiantes sobre el entorno en el que se desarrollarán profesionalmente. Podemos decir, "es imposible enseñar una carrera dentro de una burbuja"; necesitamos abrir las facultades y compartir conocimientos entre diferentes disciplinas.

Las tendencias actuales apuntan hacia la creación de profesionales versátiles. En los directorios de empresas, ya no se observa una predominancia exclusiva de carreras de negocios. La versatilidad del profesional es esencial; un ingeniero mecánico con posgrados en negocios puede aportar un valor añadido significativo a su compañía. En el ámbito contable y de auditoría, asimismo, es fundamental que los profesionales se familiaricen con herramientas informáticas y tengan conocimientos en sostenibilidad y gestión empresarial. Logrando con esto no solo conocer la compañía que audita, sino también comprender la industria y el entorno que la rodea.

La pregunta que debemos hacernos es ¿las carreras son tan flexibles como realmente necesitan ser en este mundo cambiante?

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