Obispo Barros debe renunciar

Finalizada la visita del Papa en Chile ¿cuál es el diagnóstico que hará la iglesia chilena?, ¿qué conclusiones extraerá el Vaticano? Aunque no parece  aconsejable intervenir  en los temas internos de la iglesia, la visita del Papa la trasciende. Es un tema público.

Pensé y pienso que esta visita era una oportunidad para  que los progresistas escucharan  sus planteamientos sociales y políticos. Los pensamientos predicados por el Papa  inspiran a muchas personas que comparten los valores de inclusión social y solidaridad, sustentabilidad ambiental, participación ciudadana y diversidad cultural. 

Resultó decepcionante  que  esos planteamientos fueran casi silenciados por un manejo tan poco inteligente. Reapareció  nuevamente una iglesia chilena que pone en primer plano los temas sexuales en lugar de los temas culturales, sociales y políticos.

El comportamiento del obispo Barros, cuestionado por miembros de la iglesia, recibe   también la   reprobación  de los laicos. Barros se vanaglorió del respaldo de la Curia y ello hirió el sentimiento de miles de chilenos.

Tampoco fue comprensible la afirmación tan rígida del Papa,  dándole su respaldo. Uno se pregunta quiénes son los asesores que lo llevan a expresarse de esa manera. Se dañó  la imagen de muchos sacerdotes y monjas  valientes, verdaderos pastores, que merecen el respeto de todos.

 Sin duda  hay un serio distanciamiento de una parte de la cúpula de la  Iglesia Católica y el sentimiento de la ciudadanía chilena. Le pasa lo mismo que a los partidos políticos.

La diferencia está en que en el caso de los partidos se habla directamente, a veces se recoge el sentir de la mayoría y se le pide la renuncia a los que provocan tal daño.

La Iglesia no es inmune a la obsolescencia de ciertas ideas y comportamientos, en un mundo en cambio acelerado, donde las personas están más empoderadas, son más educadas y conscientes, buscan ser escuchadas y establecer una relación menos vertical, más cercana.

El Papa Francisco está realizando un gran esfuerzo y ha mostrado liderazgo para renovar. Su reconocimiento al error que significaba pedir “pruebas” es un gesto de humildad. 

Pero eso no basta si no se actualiza cada iglesia nacional y en nuestro caso, la Iglesia chilena.

Si antes había un pequeño grupo de cuestionadores del obispo Barros hoy hay un sentimiento de reprobación generalizado, que no lo dejará tranquilo mientras mantenga esa tarea. Cuando se desempeñan funciones de proyección pública, no se procede como un tribunal de justicia que falla después de años, en base a pruebas. Se miden las consecuencias generales en la sociedad y en las instituciones. Bien haría el obispo en renunciar para superar este impasse. 

Agrego a estas palabras la más enérgica condena a los delincuentes que queman iglesias. Es inaceptable y estos hechos no pueden pasar desapercibidos, por intensa que sea la polémica suscitada  tras la visita papal.

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